El Vaticano se va a convertir durante el mes de julio en la zona de juegos de hasta un centenar de niños, de entre 5 y 14 años, que participarán en el primer campamento de verano organizado en el Estado más pequeño del mundo. Dirigida en exclusiva a los hijos de los alrededor de 5.000 empleados de la Santa Sede y del Governatorato de la Ciudad del Vaticano, la iniciativa promovida por esta última institución está coordinada por el salesiano italiano Franco Fontana, capellán de la Gendarmería y de los Museos Vaticanos.
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“El objetivo principal de este proyecto es hacerles descubrir a los chicos la belleza de estar juntos y de jugar en grupo, aunque sea a un metro de distancia. Hemos preparado un verano seguro de alta intensidad educativa”, cuenta Fontana a Vida Nueva, explicando que el campamento tendrá como lema Felicidad y Bienaventuranzas. Por medio del juego y del deporte, se pretende que los participantes sigan un recorrido pedagógico para que tomen conciencia de la importancia de la felicidad como objetivo en la vida de la persona de cualquier edad.
“El pasado mes de febrero, cuando todavía se hablaba de una epidemia y no de una pandemia, el Governatorato planeó este proyecto pensando en los hijos de los empleados, que llevaban tiempo pidiéndolo. Con el confinamiento, las familias se vieron obligadas a permanecer encerradas en casa. Los padres y las madres necesitan ahora más que nunca dejar a sus chicos con alguien de confianza mientras trabajan en julio”, dice Fontana.
Oración, piscina y museos
Junto a él trabajará un grupo de monitores laicos de la asociación de tiempo libre “Tutti in una festa”. Las actividades se desarrollarán desde las siete y media de la mañana hasta las seis de la tarde, de lunes a jueves, mientras que los viernes la jornada acabará antes, a las dos. Habrá una oración al principio y al final de cada día y los chavales mayores tendrán la posibilidad de confesarse. El coste es de 60 euros por semana, rebajados a 50 en caso de que se inscriban varios hermanos.
Los participantes empezarán la jornada en el Aula Pablo VI, donde el Papa suele celebrar las audiencias generales, aunque, desde que comenzó la pandemia, lo hace en la biblioteca del Palacio Apostólico y sin público, para así tratar de evitar los contagios.
Otras actividades se desarrollarán en los jardines vaticanos y en las pistas de tenis con que cuenta el pequeño Estado, en las que se instalará una piscina portátil. Los chavales podrán visitar los Museos Vaticanos y participar en talleres organizados por los expertos en la conservación de sus fondos artísticos.