“¿Y yo, cómo presento la vida? ¿Pienso solo en las necesidades del momento o creo que mi verdadera necesidad es Jesús, que hace de mí un regalo? ¿Y cómo construyo mi vida, sobre mis capacidades o sobre el Dios vivo?”. Estas fueron las preguntas que ha lanzado el papa Francisco hoy al aire antes del rezo del ángelus con motivo de la solemnidad de los apóstoles san Pedro y san Pablo.
El Papa ha recordado ante una plaza semi vacía por las restricciones sanitarias por el Covid-19 que “hay un camino en la vida de Pedro que puede iluminar el camino de nuestra vida”. “El Señor le otorgó muchas gracias y lo liberó del mal: también lo hace con nosotros –ha explicado–. De hecho, a menudo acudimos a él solo en momentos de necesidad, para pedir ayuda. Pero Dios ve más allá y nos invita a ir más allá, a buscar no solo sus dones, sino también a Él, quien es el Señor de todos los dones”.
Durante su alocución, Francisco ha indicado que “lo más importante en la vida es hacer de la vida un regalo”. “¿Cuál es el secreto de una vida feliz?”, se ha preguntado Jorge Mario Bergoglio para luego enfatizar: “Reconocer a Jesús, pero Jesús como un Dios vivo, no como una estatua. Debido a que no importa saber que Jesús fue grandioso en la historia, no importa tanto apreciar lo que dijo o hizo: importa qué lugar le doy en mi vida, qué lugar le doy a Jesús en mi corazón”.
En este sentido, Bergoglio ha indicado que en este punto fue cuando Simón escuchó a Jesús decir: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. “No se le llamó “piedra” porque era un hombre sólido y de confianza. No, cometerá muchos errores más tarde, no fue una persona de mucha confianza, incluso vendrá a negar al Maestro. Pero él eligió construir su vida sobre Jesús; no sobre ‘carne y sangre’, es decir, sobre sí mismo, sobre sus habilidades, sino sobre Jesús, que es la piedra. Jesús es la roca sobre la cual Simón se ha convertido en piedra. Lo mismo puede decirse del apóstol Pablo, que se entregó totalmente al Evangelio para ganarse a Cristo”, ha señalado Francisco.
Al término de la oración mariana, el Papa pidió a los apóstoles, patrones de Roma, que “cada persona pueda vivir con dignidad y pueda encontrarse con el feliz testimonio del Evangelio”.