Javier Pérez Barea, profesor e investigador de la Universidad Loyola Andalucía, es el ganador de CoBS CSR Article Writing Competition 2020, una competición anual de artículos de Responsabilidad Social Corporativa (RSC), con el objetivo de promoverla entre los profesionales y líderes para que, poco a poco, las cosas se vayan haciendo desde una perspectiva más humana y comprometida en el mundo empresarial.
Humanizar la economía, cuidar el medio ambiente… no son únicamente palabras propias de la RSC, sino que también han resonado, en los últimos años, en la Iglesia, de una forma especial con el pontificado de Francisco. Con el objetivo de profundizar en los lazos existentes entre estos ámbitos, Vida Nueva habla con el profesor Pérez Barea, convencido de que las prácticas que propone la RSC están íntimamente ligadas con la fe cristiana.
PREGUNTA.- ¿Qué enseñanzas de la fe cristiana podemos encontrar en prácticas propias de la RSC?
RESPUESTA.- Realmente podemos encontrar todas y cada una de las enseñanzas de nuestra fe cristiana. Por una sencilla razón: Dios está en todas partes, también en las prácticas de RSC, en las empresas, entre los pucheros, en nuestro trabajo y en las cosas pequeñas de nuestro día a día. Cuando las prácticas de RSC tenemos claro que hablan de Dios, lo demás vendrá por añadidura. También la generación de riqueza y la maximización del beneficio: lo que habla de Dios, genera un valor infinito.
Por citar algún ejemplo concreto, políticas de RSC que tengan como finalidad erradicar la pobreza o proteger el planeta, realmente hablan de amar al prójimo como a ti mismo o de cuidar la Casa Común, obra de Dios. Es imprescindible tener claro el porqué y el para qué deben trabajar las empresas: por amor a Dios y para servir a los demás.
P.- ¿Qué papel tenemos a la hora de practicar un consumo responsable?
R.- Tenemos un papel absolutamente relevante pues con nuestras decisiones de compra o consumo, podemos influir en las decisiones empresariales y en los mercados. El denominado voto con la cartera es cada vez más entendido como una importante palanca de cambio para llevar a las empresas hacia actuaciones más socialmente responsables. Consumiendo responsablemente podemos mejorar la calidad de nuestra relación con Dios, con los otros y con la misma creación. Lo que se vive interiormente, se expande hacia al exterior. En definitiva, consumir responsablemente es una vía para ser santos en medio del mundo y un instrumento para hacer apostolado con los demás.
P.- ¿De qué manera se unen las prácticas de la RSC con Laudato Si’ y la economía de Francisco?
R.- El papa Francisco en la encíclica Laudato Si’ afirma que no hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socioambiental. Consecuentemente, cabe pensar que tanto los individuos como las empresas más concienciadas con los problemas sociales, materialicen actos de comportamiento responsable y establezcan prácticas empresariales como respuesta global a esa situación de crisis más compleja.
Las prácticas de RSC son a su vez parte del paradigma de ecología integral. Si no se solventan las cuestiones medioambientales como por ejemplo la deforestación, las emisiones de carbono o la calidad del agua; no se solventarán las cuestiones sociales como los flujos migratorios o la estabilidad política. Juan Pablo II ya apelaba hacia una gobernanza común que diera respuesta a estos problemas. En este sentido, las empresas se enfrentan a grandes restos globales y deben promover la justicia social a través de las prácticas de RSC.
P.- ¿Puede una empresa tener éxito y estar comprometida con estos valores? ¿Estamos exigiendo lo suficiente como consumidores?
R.- Por supuesto. No es que puedan tener éxito, es que tendrán más éxito. Durante más de una década, he estudiado modelos de optimización para maximizar beneficios en empresas que operan en América, Europa, África, Asia y Oceanía; llegando a la conclusión que, si las empresas maximizan ganancias sociales, contribuyendo positivamente a promover riqueza ambiental y social, realmente están generando valor corporativo que maximizará el beneficio de los accionistas.
Por otro lado, el consumo responsable trasciende incluso a la fe cristiana; todo ser humano es espiritual de alguna manera y tiene valores que lo conectan con la naturaleza y con los demás. Deberíamos preguntarnos ¿realmente necesitamos tanto para vivir? ¿tenemos en cuenta a los demás a la hora de consumir? ¿hasta qué punto determinadas compras afectan al entorno y contribuyen al deterioro medioambiental?.
Solo si tomamos conciencia individual del poder que tenemos para transformar la realidad como consumidores, lo exigiremos lo suficiente. Debemos acostumbrarnos a decir no. Por ejemplo, no comprar en empresas que discriminan a minorías. No comprar productos de empresas que emplean mano de obra infantil o no comprar en empresas que dañan gravemente el medioambiente.
P.- ¿Qué papel tienen las empresas a la hora de cambiar el paradigma hacia un sistema más sostenible y más justo?
R.- Tienen un papel fundamental. Deberían diseñar estrategias comerciales que conecten con los valores de los consumidores en esa doble dimensión social y medioambiental y dar una mayor satisfacción a los mismos. Las empresas son piezas clave para cambiar el mundo y establecer relaciones justas con Dios, con los demás y con la naturaleza.
Desde la Iglesia, se viene trabajando ejemplarmente en estos temas de modo notable desde hace décadas. Personalmente, admiro la labor de la Compañía de Jesús, que, si bien su espiritualidad no es tan conectada con la naturaleza como los benedictinos o los franciscanos, han contribuido significativamente a concienciar a la sociedad civil sobre estas cuestiones y a promover la responsabilidad social entre líderes, profesionales y empresas.