Con la llegada del mes de julio, el papa Francisco rebaja el ritmo de sus compromisos y apariciones públicas para poder descansar. Una curiosa fórmula de vacaciones que no contempla ningún tipo de viaje, en las que el pontífice permanecerá en la Casa Santa Marta, como lo ha hecho durante todas las semanas del confinamiento por la pandemia del coronavirus.
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Esta costumbre de dedicar este tiempo en casa con la agenda vacía es una costumbre que Bergoglio mantiene desde 1975 cuando pasó por última vez unos días de descanso en una comunidad de jesuitas. Mientras Castel Gandolfo reabre sus puertas a los turistas, el Papa no suele acercarse a la famosa villa y prefiere pasar su jornada en Roma durmiendo más, leyendo, escuchando música y rezando un poco más.
Es verdad que en esta ocasión, el papa ha estado liberado de viajes y de muchas audiencias por el coronavirus. Desde que el 12 de abril de 2020 las audiencias generales de los miércoles pasaron a ser on line no se ha retomado la presencia de público. En julio siempre se suspenden estas catequesis semanales, se mantiene solo la oración mariana del “Angelus” los domingos, que ya cuentan con público en la plaza.
