El cardenal australiano George Pell va volviendo a retomar su agenda tras concluir todo el proceso con la justicia del país al ser absuelto el pasado mes de abril. El prefecto emérito de la Secretaría de Economía del Vaticano, que ha anunciado un libro de memorias sobre su estancia en la prisión, ha participado con un vídeo en un evento del Instituto Global de Administración de la Iglesia en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz en Roma.
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En su intervención, tal como recoge CNA, afirmó que la misión de la Iglesia no es justificación para la ineficiencia financiera ni para la corrupción. Además, relacionó directamente la corrupción con los abusos sexuales señalando que “el dinero es uno de los dones de Dios que también es fuente de tentación”. “Decir que la Iglesia no es un negocio no nos proporciona justificación alguna para ser ineficientes y mucho menos para ser corruptos”, añadió.
Humanos y divinos
“Para el clero hay dos grandes desafíos: uno que toca la sexualidad y otro que se trata del dinero”, señaló citando un encuentro con la Madre Teresa de Calcuta. “Ella decía que el peligro del dinero era mayor y más fuerte que el de la sexualidad errante”, relató. “Recuerdo alguna vez haber estado desconcertado, tal vez hace una década, cuando leí que el Señor condenó más el amor por las riquezas de lo que condenó la hipocresía”, confesó.
El prelado hizo una invitación al control y la buena gestión del dinero, ya que “la Iglesia no es un negocio. La Iglesia es sobrenatural, pero tenemos que creer en la encarnación, en que Dios envió a su único Hijo para que venga y viva con nosotros. Entonces llevamos la presencia de Cristo y de Dios a nuestras comunidades y tenemos que usar el dinero y la metodología para hacer esto”, precisó. “Una cosa es tener una visión espiritual y otra cosa es tener un plan o proyecto. Por supuesto, para implementar esas cosas se necesita una capacidad administrativa, una capacidad humana que debe entrenarse y formarse para el bien y para propósitos divinos”, propuso.
Sobre su experiencia en prisión, indicó que rezó mucho: “Lo hice porque era mi deber, era congruente y era de mucha ayuda en lo personal. Junto con eso establecí varios pasos prácticos”. Relató algunas de sus rutinas y concluyó que “todo este orden y estos pasos sistemáticos me ayudaron”.