“El transporte y la movilidad: creadores de trabajo y contribución al bien común” es el lema que propone para este 2020 el Departamento de la Pastoral de la Carretera de la Conferencia Episcopal Española para la Jornada de Responsabilidad en el Tráfico. Una cita que se va consolidando en torno al día de san Cristóbal, patrón de los conductores. La escena bíblica de que “Jesús recorría pueblos y ciudades” (Mt 9, 35) ilumina la puesta en marcha de los vehículos tras la pandemia.
“Han sido meses en que muchos vehículos han tenido que estar parados por el Covid-19. En muchos hogares no ha habido ingresos, pero sí muchas pérdidas económicas para muchas personas. Rezamos por todos ellas”, señalan los Obispos de la Subcomisión Episcopal de Migraciones y Movilidad Humana en su mensaje de esta jornada número 52. Vida Nueva repasa los 5 consejos que el mensaje deja a conductores y viandantes.
“Conducir con responsabilidad y en las debidas condiciones, no por temor a la multa, sino por amor a Dios y respeto a mi prójimo”, es la máxima con la que los prelados abren el mensaje de la jornada tomada de la oración propuesta para este día. Este es el sentido de la fiesta, aunque no pueda realizarse la bendición y procesión con los vehículos.
Esta propuesta es muy clara para quienes “estáis relacionados con la movilidad humana y la seguridad vial: camioneros, taxistas, conductores de autobuses, de ambulancias, bomberos, guardia civil y policía de tráfico, cofradías de san Cristóbal, asociaciones de transportistas, motoristas, ciclistas…”
“Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, pasó haciendo el bien” (Hch 10, 37), rememoran los obispos. Mirando el ejemplo del Señor, los obispos invitan a “hacer el bien: conducir con responsabilidad, sin prisas, pensando en los demás”.
La actitud de Jesús “significa, aplicado a nosotros, no pasar indiferente ante los problemas y limitaciones de quienes se cruzan en nuestro camino. Significa escuchar, decir una palabra de aliento, curar heridas. Significa tejer relaciones fraternas. Significa, en definitiva, amar”. “Seguramente hay compañeros vuestros a quienes el prolongado periodo de inactividad les ha dejado en una situación precaria. No les dejemos solos, procuremos darles una mano, según nuestras propias posibilidades. Seamos buen samaritano para nuestros hermanos”, reclaman.
“Ser buen conductor no es alardear de ello con arrogancia y sin rubor, y mucho menos si se pretende humillar, como a veces sucede, a algún compañero. La prepotencia y el orgullo no son buenos compañeros de viaje. El verdadero compañerismo, en la profesión o en la empresa, se construye sobre el servicio, la humildad y la ayuda mutua”, son actitudes cristianas que pueden aplicarse al conductor.
“Conducir, y conducir bien, es un modo de ejercitar el sentido de responsabilidad y la caridad, es un acto moral; implica, como decíamos en el mensaje del año pasado, que no hagas a nadie lo que tú aborreces”, reclaman. “La forma en que conducimos es una expresión de nuestra bondad”, apuntan invitando al autocontrol, la justicia y la caridad.
En la oración a Ntra. Sra. de la Prudencia, imploran: “Guía mi camino por el cumplimiento de las normas de tráfico” y a san Cristóbal piden: “Ayúdame a conducir con responsabilidad y en las debidas condiciones, no por temor a la multa, sino por amor a Dios y respeto a mi prójimo”.
“La vida y la salud física, son bienes preciosos confiados por Dios. Debemos cuidar de ellos racionalmente teniendo en cuenta las necesidades de los demás y el bien común”, señala el Catecismo de la Iglesia Católica. Y es que, recuerdan, “el tráfico es una realidad de la vida de cada día y sus efectos sobre la vida de muchas personas pueden ser dramáticos, pues éstos, como nos dicen los expertos, se deben a menudo a errores humanos: velocidad excesiva, adelantamientos prohibidos, no respeto de las señales de tráfico, exceso de alcohol, etc.”
Mirando al papa Francisco recuerdan que, entre las funciones más importantes de la policía de tráfico “está la de perseguir las infracciones de las normas de tráfico, así como prevenir los accidentes”. Y “para incrementar la seguridad no bastan las sanciones, sino que se necesita una acción educativa que conciencie más sobre las responsabilidades que se tienen sobre quienes viajan al lado”.
“Animamos a no cejar en la educación vial a los niños y jóvenes de edad escolar, así como a concienciar a todos los conductores y peatones que, en buena parte, la seguridad vial depende de cada uno de nosotros, de cómo conducimos y nos comportamos”, señalan los obispos en su mensaje. Y es que “hay muchos puntos negros en nuestras carreteras, e incluso, en muy mal estado el firme de algunas de ellas, que también constituyen, en sí mismas, un grave peligro, para poder terminar felizmente el viaje”, denuncian.