Venezuela celebra este 5 de julio un día más de su Independencia, que ya llega a 208 años, en medio de una severa crisis en toda su historia republicana en los últimos siete. Pese a los esfuerzos de la comunidad internacional por una salida negociada, el panorama parece poco alentador, el régimen de Nicolás Maduro se empeña en quedarse en el poder a cualquier precio.
Vida Nueva ha conversado al respecto con Rixio Portillo, un reconocido vaticanista venezolano, autor de dos libros: El Vaticano en la encrucijada venezolana y El sucesor de Francisco. Es editor del blog Domus Ecclesia. Actualmente se desempeña como profesor e investigador en la Universidad de Monterrey (México), tras su paso como decano de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Católica de Maracaibo (Venezuela).
En voz de este laico venezolano la situación “no se resuelve con unas simples votaciones” sobre todo cuando hay de por medio “un proceso electoral sin garantías”, todo ello sería descender a un nivel más de la compleja situación en la que “no hay resquicios de democracia”.
La solución –comenta– debería ser la concertación de garantías y “sobre todo dejar a un lado los personalismos, los intereses subterráneos y establecer una agenda común, donde prevalezca el bien de millones de venezolanos y no únicamente intereses particulares de cada una de las partes como en efecto está ocurriendo”.
En este escenario de desgaste están perdiendo tanto Maduro como la oposición “al no obtener resultados concretos” y “llevándose por delante a millones de víctimas” por agendas ocultas de intereses que “los venezolanos desconocemos”.
Lamenta que “todos los líderes de la oposición quieren ser presidente y el asunto no es de quien quiere ser presidente, sino de salvar al país, de salvar a la gente, indistintamente de quién sea el presidente”.
En cuanto al rol de la Santa Sede ha recordado que esta “no reconocerá o desconocerá a ninguno de los factores” por aquello de “la neutralidad positiva de la que habló el cardenal Pietro Parolin” de hecho “en febrero de 2019 una delegación del presidente interino Juan Guaidó fue recibida por Edgar Peña, el número 3 del Vaticano, mientras que en junio de ese mismo año el canciller Jorge Arreaza fue recibido por el actual Secretario de Relaciones con los Estados, Paul Richard Gallagher”.
Portillo ha recordado que el acercamiento del funcionario de Maduro con Gallagher fue por intermediación de Vladimir Putín, presidente de Rusia, que iba a ser recibido por el papa Francisco en ese mismo mes.
El experto también afirma que ha habido gestos de Bergoglio difíciles de pasar desapercibidos como la carta en la que llamó a Maduro solo como señor y no como presidente. “La carta existió”, asegura, sin embargo de parte del líder socialista no hubo la respuesta a la que suele recurrir “quizá para limar asperezas” incluso “muchos de los trámites ordinarios de la Nunciatura en el país se hacen sin ningún tipo de impedimento pese a esa posición ‘muy personal’ del Papa”.
“El Papa está claro de la situación del país, pero es un problema de intereses partidistas” inclusive “hay muchos factores de la vida social que están dificultando la posibilidad de una salida pacífica” en este aspecto no es mucho lo que se pueda hacer desde el Vaticano.
Lo que sí hay es una especial atención de Santa Sede y Francisco del tema venezolano, por lo que “siempre está presente en la Urbi et Orbi, en los mensajes del Papa al cuerpo diplomático en los últimos años”, pero el asunto no es que “el Papa no quiera o no pueda”, sino que las partes se pongan de acuerdo.
En cuanto a la tesis del bloqueo económico, las teorías de sabotaje y conspiración esgrimidas por Maduro y sus seguidores, Portillo está claro, son matrices de opinión creadas por el régimen con base a un fenómeno de desinformación generado adrede en Venezuela.
“Hay poco acceso a la información por la maniobra de censura y autocensura en todos los espacios informativos en algunas plataformas, por lo que la gente no tiene cómo informarse y esto es tan real que la gente que vive dentro de Venezuela solo tiene la versión dada por las fuentes oficialistas”, añade.
Además ha indicado que “las sanciones comenzaron principalmente siendo sobre cuentas y activos de personas o de los testaferros ligados al régimen”. Si bien las últimas sanciones han recaído sobre PDVSA (Petróleos de Venezuela), el fenómeno de la escasez de alimentos y medicinas tiene vieja data, “comenzó desde el año 2007, pero se agudizó en 2013 con la caída de los precios del petróleo”.
En efecto, el sabotaje, el bloqueo económico “forman parte del discurso oficial para desviar la atención de los problemas de raíz”, aunque “lo más triste es que gente tanto dentro como fuera de Venezuela lo puede estar creyendo”, porque “la población no tiene válvulas de escape informativas” que son reforzadas por la falta de servicio eléctrico y el paupérrimo servicio de internet.