Aquello no buscaba ser un funeral de Estado. Simplemente una misa para rezar por las miles de víctimas del coronavirus en España. Con esta intención la convocaron los obispos, pero el paso al frente de Zarzuela para que asistieran los reyes con sus hijas, convirtió la misa en un acto de máxima relevancia institucional, si no fuera por la ausencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y su socio de coalición, Pablo Iglesias.
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Allí estaban no solo la vicepresidenta Carmen Calvo –en calidad de responsables de relaciones con la Iglesia–, sino además las presidentas de Congreso y Senado, Meritxell Battet y Pilar Llop. como la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y el alcalde de la capital, José Luis Martínez-Almeida. Junto a ellos, los presidente del Constitucional y del Supremo, Juan José González y Carlos Lemes. Tampoco faltaron Pablo Casado (PP), Edmundo Val (Ciudadanos) e Iván Espinosa de los Monteros (VOX). Eso sí, no se vio al presidente de VOX, Santiago Abascal.
Rostros de todas las religiones
Especialmente significativo fue el respaldo que recibieron los obispos españoles de las demás confesiones religiosas presentes en nuestro país, tanto de las demás comunidades cristianas, así como de musulmanes y judíos. Todos enviaron a la eucaristía a sus principales líderes como signo de unidad de todas las religiones en el duelo.
Pero, sobre todo, en los bancos de la catedral de La Almudena, ayer estaban familiares de los fallecidos en la pandemia. Y también, los héroes que han estado en primera línea luchando: médicos, enfermeros, capellanes, voluntarios de Cáritas y de la Orden de Malta, bomberos, militares, policías… A todos ellos, les tuvo presentes el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, en su homilía: “En los distintos encuentros que he tenido con quienes padecían en sus carnes esta pandemia y con sus familias, en sus gestos y miradas, he visto que se encontraban asustados y perdidos”. A renglón seguido, el vicepresidente del Episcopado señaló que “también en estos meses he vuelto a sentir que no estamos solos, que Dios nos acompaña y que no nos deja”. El cardenal Osoro fue el responsable de presidir unas exequias, acompañado del presidente del Episcopado, Juan José Omella, una treintena de obispos reunidos para la Comisión Permanente, así como el nuncio vaticano, Bernardito Auza.
Todos somos necesarios
Es más, se sirvió de la ejemplaridad de la ciudadanía española para dar un tirón de orejas a los políticos: “Frente al sectarismo, a la crispación y al enfrentamiento, en esta pandemia hemos visto cómo muchas personas, creyentes y no creyentes, sacaban lo mejor de sí mismas y daban una sencilla lección de solidaridad hasta dar la vida por cuidar la ajena, conscientes precisamente de que somos hermanos”. “Todos somos necesarios e importantes, que estamos llamados a remar juntos, que necesitamos confortarnos mutuamente”, insistió.
En esta misma línea conciliadora se expresó el presidente de la Conferencia Episcopal, Juan José Omella, en su alocución inicial, que llamó a los presentes a “una transformación interior que se concrete en una mayor implicación por la construcción de un mundo más humano, más justo, más fraterno y más abierto a Dios”.
Uno de los momentos más emocionantes de la ceremonia la protagonizó el obispo de Ávila, José María Gil Tamayo, al que se pidió que leyera la oración compuesta por el Papa Francisco para pedir por el fin de la pandemia ante la imagen de la patrona de Madrid. No es casualidad que este pastor periodista tomara la palabra, en tanto que ha sufrido en primera persona la voracidad del coronavirus que le obligó a estar ingresado durante un mes y tres días y que sigue todavía recuperándose de las secuelas.