Mientras la pandemia del coronavirus eclipsa otros titulares, en los próximos meses más de 2,2 millones de burkineses corren el riesgo de morir de hambre debido a los conflictos en curso y a las condiciones climáticas extremas, según recoge la Agencia Fides a partir de las advertencias del sacerdote Constatin Sere, director de Caritas Burkina Faso. En lo que llevamos de 2020, el número de personas afectadas por la gravísima escasez de alimentos es tres veces mayorque el año pasado.
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El drama de los desplazados
“El mundo se ha olvidado de la crisis del Sahel. Los países como Burkina Faso se enfrentan a una serie de retos y sin ayuda la gente sufrirá terriblemente. Los desplazados internos no tienen acceso a la comida o al agua, que es esencial tanto para beber como para la higiene personal”, señala Sere.
En Burkina, ya se han contabilizado más de un millón de desplazados internos. Los últimos 4 años, diferentes grupos armados se han extendido por el norte del país. “Esta es una de las olas de desplazamiento de más rápida evolución en el mundo, debido a la cual cientos de miles de personas no tienen ni alimentos, ni agua, ni un refugio adecuado”, señalan los informes de Cáritas.
Con la llegada de la época de lluvia, las condiciones se vuelven más críticas. “La mayoría de ellos no tienen un refugio adecuado para hacer frente a las tormentas, los fuertes vientos y las inundaciones que se producirán en los próximos tres a cinco meses”, advierten. Para ello se ha lanzado un proyecto de 600.000 euros para proporcionar a los desplazados y a sus familias de acogida ayuda alimentaria, así como una contribución económica hasta finales de octubre de 2020.
El proyecto pretende ayudar a unas 50 mil personas. Un alivio que no mata los deseos de los desplazados. “Si le preguntas a una persona desplazada qué es lo que más desea, te responderá que desea volver a su pueblo de origen. Me temo que esto no sucederá muy pronto, porque la violencia no está disminuyendo. A pesar del compromiso del Estado, los grupos armados de nuestro país siguen sembrando el terror y rompiendo vidas”, comenta Sere.