Europa

Las Hermanas Oblatas advierten de la “mayor vulnerabilidad” que han sufrido las mujeres en prostitución durante el Covid-19





Los proyectos sociales de la Provincia Europa (España, Italia y Portugal) de las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor han presentado hoy, 9 de julio, un informe sobre lo que ha supuesto la crisis por la pandemia del Covid-19 para las mujeres que ejercen prostitución o son víctimas de trata con fines de explotación sexual.



Se han atendido un total de 2.759 mujeres durante el estado de alarma, así como 7.828 demandas de necesidades puntuales. También se han llevado a cabo 12.749 intervenciones. Y es que, como se subraya en el informe, si bien durante este periodo de crisis sanitaria el consumo de prostitución en la calle y algunos ámbitos cerrados ha disminuido, no ha desaparecido completamente. Se ha readaptado a un nuevo escenario de confinamiento y vulnerabilidad, reforzando las otras formas de prostitución, como es el caso del uso de las nuevas tecnologías.

“Ha habido mujeres que han pasado el estado de alarma confinadas en los pisos y clubs donde ejercían la prostitución”, ha dicho Marisa Cotolí, oblata y directora del Centro Al Alba (Sevilla). De esta manera, este contexto no ha hecho más que agravar la situación de vulnerabilidad en la que se encuentran estas mujeres, a las que, en algunas ocasiones, tal como han explicado desde oblatas, los dueños de los establecimientos y pisos han llegado hasta a racionalizarles la comida.

Atención psicológica y formación

“Las mujeres que son víctimas de trata se han visto obligadas a mantener la actividad”, ha apuntado Cotolí. Mientras, las que trabajaban en el cuidado de personas mayores y en la hostelería han perdido su trabajo, lo que les deja con una gran incertidumbre de cara al futuro. “Tienen mucha intranquilidad ante su situación administrativa y las situaciones sociales derivadas de la crisis”, explica. Asimismo, las mujeres que se han atendido han solicitado información sobre el Covid-19, asesoramiento sanitario, y cobertura de las necesidades básicas que han quedado en entredicho por la falta de ingrsos. “También han demandado mucho acompañamiento psico-social, y han manifestado mucha preocupación por la educación de sus hijos”, ha añadido Cotolí.

“Durante el confinamiento hemos reforzado mucho el seguimiento telefónico para ver en qué situación se encontraban y, al mismo tiempo, se les han facilitado materiales sanitarios como mascarillas y guantes, y se ha incrementado mucho la atención psicológica”, ha explicado Magdalena Alomar, del proyecto Casal Petit (Palma). Asimismo, se han concedido ayudas económicas para suplir las necesidades básicas, sobre todo en alimentación.

“Una de las principales características de los proyectos oblata es la formación que se ofrece a las mujeres, y no se ha detenido durante este tiempo, en el que hemos seguido haciéndoles llegar el material formativo”, ha aseverado Alomar. “Del mismo modo, tampoco nos hemos detenido en lo que es la orientación laboral y el asesoramiento sobre los despidos por la situación sobrevenida”, añade. “En cuanto a los recursos residenciales para aquellas que necesitaban, se  en los proyectos de oblatas o derivándolas a otros recursos”, ha dicho Alomar.

Incertidumbre de cara al futuro

“En definitiva, la situación de precariedad, pobreza y exclusión que viven las mujeres se ha visto muy agravada. El confinamiento ha aumentado la violencia contra ellas, y ha fortalecido nuevas formas prostitución por medio de la tecnología, y todo ello ha exigido nuevas formas de respuesta”, asevera.

Por su parte, Begoña Vera, del programa Daniela (Las Palmas de Gran Canaria), ha matizado que ha habido mujeres que se han visto obligadas a hacer videollamadas, por ejemplo. “Esto genera en ellas un estrés muy grande porque les da miedo que se convierta en pornografía o que se vulnere su imagen”, subraya. Asimismo, desde oblatas han manifestado su preocupación por lo que pueda ocurrir en un futuro próximo. “No sabemos lo que va a pasar en los próximos meses con la crisis económica”, apunta Vera. “Es una cosa histórica, cuando hay crisis, aumenta la prostitución, y los protíbulos ya están funcionando en total normalidad”.

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