Este viernes 10 de julio, la Diócesis de Azcapotzalco (Ciudad de México), que gobierna pastoralmente el obispo Adolfo Miguel Castaño Fonseca, inaugurará un “comedor emergente” para brindar ayuda a las personas que se han visto afectadas económicamente por la pandemia de Covid-19.
En entrevista para Vida Nueva, el comisionado diocesano de la Pastoral Social, el sacerdote Janvier Sidjeu, explica que, en un primer momento, tres días a la semana se dará este servicio a unas 50 personas cada día, en un horario 13:00 a 15:00 horas. El menú consta de tres tiempos, y ha sido elaborado con la supervisión de una nutrióloga.
El comedor estará ubicado en el atrio de la Parroquia Preciosa Sangre de Cristo, en Cuautepec Barrio Alto, una de las zonas más pobres de la delegación Gustavo A. Madero. Para atenderlo se cuenta con una responsable y unos 15 voluntarios, divididos en tres equipos, que cocinarán y auxiliarán en la preparación de los alimentos.
El sacerdote, que es originario de Camerún, pero ha desempeñado su ministerio en México durante 20 años, explica que pensó en prestar este servicio, ya que al iniciar el desconfinamiento, mucha gente saldrá a buscar alimento, pues se ha quedado sin empleo a causa de la pandemia.
“Es así que en la Diócesis de Azcapotzalco quisimos poner nuestro granito de arena y sumarnos a los esfuerzos que ya hace el gobierno y la Iglesia católica”.
Dejó en claro que no será un lugar para comer, sino que las personas necesitadas se llevarán los alimentos a sus casas debido a que los contagios continúan.
La iniciativa cuenta con recursos procedentes de Cáritas Mexicana, la Arquidiócesis de México y la propia Diócesis de Azcapotzalco.
Con relación a las medidas sanitarias que se aplican, refirió que los voluntarios usarán careta de plástico y cubrebocas KN-95; además, se tienen los espacios marcados en el piso para que la gente conserve la sana distancia y con termómetro infrarrojo para medir la temperatura de los asistentes.
También se cuenta con un lugar para lavar manos y dispensadores de gel antibacterial, y diariamente se desinfectará el área de 300 metros cuadrados.
Por otro lado, el sacerdote Sidjeu hizo un llamado a las personas a no relajar las medidas sanitarias en las actividades diarias, porque la pandemia no ha terminado y las cifras de contagios y muertes siguen siendo alarmantes.
“Entonces, si no tenemos nada que hacer afuera, quedémonos en casa; y si hay que salir, tomemos todas las medidas de higiene”.
El sacerdote habla desde su experiencia, pues él mismo quedó infectado de Covid-19, pero logró superar la enfermedad.
Narra: “Un colaborador mío me contagió. Dos días después de estar con él me empezó la temperatura de más de 38 grados, eso fue el 28 de mayo; desde ahí ya no salí de casa. Al día siguiente, un médico me hizo la prueba para saber si estaba infectado; el 4 de junio me confirmaron que lo tenía, y empecé a tener serios problemas para respirar”.
Cuando el oxímetro empezó a marcar niveles bajos, el sacerdote se trasladó a una clínica particular. “Me pusieron diversos medicamentos inyectados; y al día siguiente comencé a tener una mejor saturación de oxígeno. Cuando estuve mejor me dejaron regresar a casa, pero me llamaban cada tres horas para saber si estaba evolucionando bien. Luego estuve 25 días sin salir”.
Para el sacerdote, hay algo que no está funcionando en México en el combate contra la pandemia, pues mientras hay 50% de camas vacías en el país, la gente sigue muriendo. Asegura que la atención inmediata que se le brindó a él fue clave para superar la enfermedad.
Considera que si el gobierno federal hiciera un convenio con hospitales privados habría suficientes médicos para atender a los miles de enfermos, y las muertes se reducirían.