El cardenal Peter Turkson, prefecto del Dicasterio para el Servicio al Desarrollo Humano Integral, ha dirigido un mensaje con motivo de la celebración, este domingo 12 de julio, del Día Internacional del Mar, para recordar y rezar de una manera especial, por la gente del mar, que trabaja lejos de su país, de sus seres queridos y de la Iglesia local.
En su mensaje, Turkson ha recordado cómo el Papa definió este periodo de pandemia como un momento en el que, “al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente. En esta barca, estamos todos”.
“Nuestro sentimiento está con los familiares y los amigos de las innumerables víctimas del coronavirus (entre ellos muchos marinos) y nos sentimos afligidos y desorientados por las incertidumbres con respecto al futuro”, subraya el purpurado.
Asimismo, Turkson recuerda que, a pesar de que la pandemia del Covid-19 obligó a numerosos países a imponer un confinamiento obligatorio y a cerrar muchas empresas, “la industria marítima prosiguió su actividad, añadiendo una multitud de retos a la vida de los marinos, que de por sí ya suele ser bastante problemática, situándoles en el frente de la lucha contra el coronavirus”.
En el texto, Turkson hace un llamamiento “especialmente por parte de los cristianos” a la “opción preferencial por los pobres marinos, una opción a vivir en solidaridad con ellos”. “San Juan Pablo II calificó la solidaridad como una virtud y la definió como un compromiso irrenunciable por el bien del prójimo”. Y esta debería ser, dice el cardenal, “nuestra actitud hacia estos marinos, puesto que las personas que son pobres, no solo porque exponen constantemente su vida al peligro, sino porque lo hacen para garantizar los movimientos de mercancías en favor de una economía mundial sana, merecen verdaderamente nuestra estima y nuestra gratitud”.
“A pesar de que los marinos desempeñan un papel fundamental en la economía mundial”, asevera el cardenal, “las actuales legislaciones y la política dominante no les ha otorgado la consideración que se merecen”. Por ello, “el Domingo del Mar es una oportunidad que se nos brinda para revalorizar el papel de los marinos y recordar algunos de los problemas que afectan negativamente su vida; problemas que se ven agudizados por la sospecha y el temor al contagio”.
“En una situación de emergencia sin precedentes como la que estamos viviendo, los miembros de la tripulación, que ya habían transcurrido entre seis y diez meses embarcados, han tenido que soportar un grave inconveniente: la ampliación de su período de trabajo”, explica Turkson. Y es que, los 100.000 marinos que cada mes, según las estimaciones, finalizan sus contratos y están impacientes por regresar a casa, no han podido hacerlo debido al brote del Covid-19 y posterior cierre de las fronteras nacionales y cancelación de vuelos.
“Igualmente, miles de marinos que estaban preparados para embarcarse con un nuevo contrato, se quedaron confinados en hoteles y dormitorios en todo el mundo, teniendo a menudo que depender de instituciones caritativas para satisfacer sus necesidades básicas, como alimentación, higiene, adquisición de tarjetas SIM, etc.”, añade.
Así, el cardenal ha subrayado el “grave estrés psicofísico” que viven los marinos, hasta la situación de muchos de ellos que, debido a dolencias médicas, no pueden recibir atención médica en los hospitales en tierra. “Tratamientos que, lamentablemente, se les negaron o se retrasaron hasta que pudieron ser trasladados en camilla”. Además, el purpurado recuerda que “los marinos que regresaron a casa después de un largo y dramático viaje, han tenido que someterse a cuarentena, o han sido víctimas de discriminación en su propio país porque son considerados portadores del coronavirus”.
“Debemos también lamentar el hecho de que, mientras los marinos garantizan, con dedicación y enormes sacrificios personales, el continuo funcionamiento de las cadenas de suministro, algunos armadores, agencias de tripulaciones y directivos sin escrúpulos, utilizan la excusa de la pandemia para ignorar sus obligaciones hacia estos marinos, negándose a garantizarles sus derechos laborales, los salarios adecuados y la promoción de un entorno laboral seguro para todos”, denuncia Turkson en el texto.
“Además de las experiencias antes mencionadas”, continúa, “debemos considerar ahora que los marinos se enfrentan a la real amenaza de perder este precario medio de vida, ya que para muchos se traducirá en la pérdida total de ingresos y la incapacidad de asumir responsabilidades sociales y domésticas, como por ejemplo el pago de facturas, la educación de las personas a su cargo y el bienestar de la familia”.
Por todo ello, el cardenal ha recordado a los marinos que no están solos: “los capellanes y los voluntarios de Stella Maris están con vosotros, dondequiera que estéis; no necesariamente sobre una pasarela, sino a través de una ‘capellanía virtual’ que se mantiene en contacto con vosotros gracias a las redes sociales, siempre disponibles para responder a vuestra llamada, para escucharos y rezar por vuestro bienestar y el de vuestras familias”.
“No os hemos olvidado”, subraya. “Los capellanes y los voluntarios de Stella Maris estarán con vosotros durante los próximos meses, cuando se pondrá a prueba vuestra capacidad de resiliencia, e intentaremos responder a vuestras necesidades materiales y espirituales”. Asimismo, asegura que “siempre a vuestro lado, aliviando vuestras preocupaciones, defendiendo vuestros derechos y luchando contra la discriminación”.
Además, Turkson ha adelantado que la intención de oración del papa Francisco para el próximo mes de agosto está dedicada al mundo marítimo. “Se invitará a todas las comunidades católicas del mundo a rezar por todos los que trabajan y viven del mar, entre ellos, los marinos, los pescadores y sus familias”, añade.