A 80 kilómetros del puerto de Iquique, en el desierto nortino de Chile, el pequeño pueblo de La Tirana acoge, cada año, una multitud de casi 300 mil peregrinos que llegan a venerar a la Virgen del Carmen. Se trata de la más importante fiesta de religiosidad popular, en Chile, llena del colorido de las vestimentas de los más de 6 mil danzantes que integran más de 200 cofradías de bailes religiosos que se preparan durante el año para expresar su devoción a la Virgen.
Este año, sin embargo, las normas sanitarias para enfrentar la pandemia cambian la celebración. En mayo pasado, el obispo de Iquique, Guillermo Vera, dijo: “No subiremos a la Tirana como estamos acostumbrados a celebrar, no por eso no celebraremos la Fiesta, sino, que lo haremos de una manera distinta”, anunciando así la determinación de no realizar la fiesta de Nuestra Señora del Carmen en el pueblo de la Tirana este 16 de Julio. Confesó tristeza por esta decisión, al tiempo que llamó a participar desde los hogares.
Para quienes integran los bailes religiosos es una decisión especialmente dura. Sin ir al santuario, no hay baile. El obispo se refirió también a ellos: “estoy cierto que estos sentimientos animaron a las Asociaciones de Bailes Religiosos hace ya unas semanas a tomar el acuerdo de ofrecer el sacrifico de no subir al Santuario este año por las circunstancias que vivimos y ofreciendo así el sacrifico de la obediencia y de la responsabilidad con que hemos de cuidar la vida de nuestros mayores y de toda persona en cada una de nuestras familias. Como obispo agradezco esta determinación”, declaró Vera.
También se sumó el nuncio apostólico en Chile, Alberto Ortega, enviando un saludo a la iglesia de Iquique, a través de un video. Allí dice que este año “no será posible acercarse al santuario como lo han hecho en otras ocasiones, a mí mismo me habría gustado ir. Su obispo me había invitado, pero tendrá que ser en otra ocasión. Cada uno desde nuestras casas podemos unirnos en esta gran fiesta en honor de la Virgen, con tanta gratitud al Señor”, dice el Nuncio.
Recientemente, el rector del Santuario, Carlos Inarejo, el obispo de Iquique, Guillermo Vera, y el presidente de la Federación de bailes religiosos, Juan Pablo Maturana, han dado a conocer el programa oficial, invitando a que cada familia se integre a la celebración instalando un altar en su casa, con la imagen de la Virgen y participando de las actividades indicadas en el programa.
Desde fines del siglo XIX, con el auge de la explotación del salitre, se construyó el templo para celebrar esta fiesta en el lugar donde el fraile Antonio Rendón, años antes, había encontrado una cruz y se enteró de la leyenda. Como homenaje construyó allí una ermita dedicada a Nuestra Señora del Carmen, iniciando así la devoción popular que llega hasta hoy.
La leyenda dice que el primer conquistador español que llega al actual territorio chileno, en el otoño de 1548, traía cautivos a un sacerdote y al príncipe inca, Huillac Huma, acompañado de su bella hija, de 23 años, llamada Ñusta Huillac. Un grupo rebelde de indígenas huyen con Ñusta y se refugian en el bosque de la Pampa del Tamarugal. Durante 4 años Ñusta, jefa militar de su pueblo, domina el territorio, generando temor en los pueblos vecinos que la llaman ‘La tirana del Tamarugal’. Un día traen entre los prisioneros a un militar portugués, Vasco de Almeida, de quien Ñusta se enamora. Con su poder de jefa y sacerdotisa le libera de la muerte inmediata y viven por algunas semanas un apasionado romance. Al ser descubiertos son condenados a muerte. Ante esto, la Ñusta se bautiza para seguir viviendo ese amor durante la eternidad. Testigo de esto sería la cruz encontrada por el fraile Rendón.
La devoción popular acogió esta leyenda y la hizo devoción a través de una expresión propia del pueblo andino: el baile. Nacen así los bailes religiosos como cofradías organizadas, jerárquicas y muy disciplinadas, para rendir homenaje a la Virgen de La Tirana.