España

Santiago Agrelo: “Necesitamos aprender a acercarnos con respeto al que sufre”





“La Iglesia que, con mirada respetuosa, se acerca al que sufre˝. Así define el arzobispo emérito de Tánger, Santiago Agrelo, la propuesta de acompañamiento en las periferias forjada a lo largo de más de 30 años por el Equipo Ruaj, a partir de una eclesiología horizontal, de tú a tú, compartida por seglares, religiosas y sacerdotes de diversas procedencias carismáticas. Ruaj acompaña y ofrece formación a acompañantes, unos 500 cada año, en ámbitos como el discernimiento vocacional, la pastoral juvenil o las situaciones de exclusión social.



La oferta se completa con los Círculos Marisa Moresco, que reúnen a acompañantes de distintas sensibilidades. Los días 11 y 12 de julio se ha celebrado la segunda edición en el Centro Vedruna de Valladolid, dedicados al acompañamiento en situaciones de maltrato y de violencia en la familia. En ese contexto se presentó ‘Acompañar en las periferias existenciales’, primer volumen de una colección de la editorial Narcea dedicada al acompañamiento, coordinado por la vedruna Lola Arrieta, psicoterapeuta, y Elisa Estévez, miembro de la Institución Teresiana y profesora de Teología de la Universidad de Comillas.

El dolor de los pobres

Santiago Agrelo trazó un paralelismo entre el acompañamiento en las periferias con la Iglesia que acaba de dejar tras su jubilación en Tánger, “capaz de oír el silencio de los pobres, sentir la humedad de sus lágrimas” y “mantener viva su esperanza”. Hoy muchos gobiernos y medios de comunicación –prosiguió– “nos han cerrado los ojos para que no veamos los sufrimientos de los emigrantes hombres, mujeres y niños”. Y “quien dice no al emigrante dice gitanos, no; sudacas, no; drogatas, no, mendigos, no; subsaharianos, no”, hasta terminar diciendo “Jesús, no”. Por eso “necesitamos asomarnos al océano de dolor de los pobres; necesitamos que el alma regrese a nuestros ojos. Por ese camino, la ternura regresará a nuestro corazón”.

Presentación de ‘Acompañar en las periferias existenciales’, primer volumen de una colección de la editorial Narcea dedicada al acompañamiento

Junto a él participó en la presentación del libro Gonzalo Sánchez-Terán, de la universidad de Fordham (EE.UU.), con una larga experiencia de campo a sus espaldas con el Servicio Jesuita a Refugiados, siempre “trabajando codo con codo con religiosas Vedruna”, gracias a cuyo acompañamiento pudo superar “momentos muy difíciles”. La provincial de Europa de la congregación, María Gracia Gil, habló de su propia experiencia de ser acompañada “en una situación existencial” por Marisa Moresco, una de las fundadoras de Ruaj, fallecida en un accidente de tráfico en 2018. “Puso frente a mí mi propia experiencia: ¿y ahora qué: así, así o así? Veinte minutos. Fue suficiente. Y siguió siendo para mí la compañera que siempre había sido. La amiga”, que también, en otros momentos, “demandaba ser ella misma acompañada”.

La cultura del “buentrato”

Los Círculos de Encuentro fueron inaugurados por Alfonso Salgado, profesor de la Universidad Complutense y de la Pontificia de Salamanca, con una conferencia sobre el maltrato en la familia, llena de consejos y advertencias muy prácticas. Por ejemplo: que ante un caso de violencia “no es el objetivo [de la intervención] recomponer una relación de pareja, sino salvar la salud y, en muchos casos, la vida de la victima”. Ninguna otra consideración, “ni siquiera los hijos”, debe anteponerse. “No hay un porcentaje de violencia aceptable”, del mismo modo que “tampoco es aceptable un poquito de neumonía, un poquito de cáncer… ¿Cuánta violencia puede permitirse en la pareja o en la familia? Ninguna”.

Tampoco es aceptable la violencia de tipo psicológico. “Su efecto en la salud de la persona y en perdida de años de vida es mayor que el maltrato físico”, excluyendo la violencia que acaba en asesinato, advirtió. “Hay que desechar la idea de que el maltrato psicológico es menos grave”, ya que “el estrés postraumático” provoca graves secuelas, argumentó.

Por último, es necesario comprender que, “en la mayor parte de los casos, esa violencia comenzó en el noviazgo˝. Por eso la batalla debe darse contra “la normalización entre adolescentes de comportamientos” como el control abusivo del otro, o “coacciones de tipo sexual muy agresivas”. Otro predictor de la violencia es el maltrato en la familia de origen. Solo que, contra lo que suele pensarse, los hijos de padres maltratadores no son más propensos que el resto a convertirse ellos mismos en agresores, sino más bien en víctimas de futuros maltratos.

Frente a todo esos maltratos, abundó la profesora de Psicología de Comillas Virginia Cagigal, “necesitamos construir una cultura del buentrato”. Esa es la mejor protección frente a la violencia, porque, en situaciones de trauma, lo determinante no son “las cualidades de la persona”, sino “la solidez de sus relaciones”. En otras palabras: “No se trata de si la persona es más o menos resiliente, sino de cómo creamos entornos que favorezcan su capacidad de superar situaciones traumáticas”.

Los vínculos rotos por el trauma “son reparables y reconstituibles”, prosiguió. Pero más que apoyarse en  “las cualidades individuales de la persona, lo que importa es poder contar con un espacio relacional que nos proporcione seguridad;  con una red de personas que nos ofrezcan comprensión, apoyo y sostén”.

Junto a ello es necesario dejar a un lado “la culpa” y focalizarse en el futuro. Especialmente nocivo es el sentimiento de culpa de muchas víctimas que se autorresponsabilizan de su situación de maltrato. Por eso es necesario acercarse a estas realidades “con prudencia y de puntillas”, y con “mucha empatía”. Y evitar “mecanismos de sobreprotección”. Porque “en el acompañamiento es tan importante estar cuando es el momento de estar, como retirarse cuando ya no es el momento de estar. Los caminos de sobreprotección no ayudan, fragilizan a la persona y reducen su autoestima”.

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Alicia Ruiz López de Soria, ODN







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