La fiesta de la Virgen del Carmen, en Chile, destaca por su raigambre popular y su extendida devoción. Tanto que el 16 de julio es feriado nacional “como signo de la gratitud de un pueblo que se confía a la protección de la Santísima Virgen María, en su advocación de Nuestra Señora del Carmen, Madre y Reina de Chile, consuelo de los afligidos, “Estrella que nos guía hacia el sol del Señor”, dicen los obispos del Comité Permanente al iniciar su mensaje con ocasión de esta festividad, dado a conocer hoy martes.
Cada año, en esta fecha, los templos dedicados a ella reciben miles de devotos en celebraciones litúrgicas entusiastas, coloridas y festivas. Es el caso de “La Tirana”, donde unos 300 mil peregrinos acudían hasta el pequeño poblado en la Pampa del Tamarugal, a 80 kilómetros de Iquique. También el Santuario Nacional de Maipú era centro de animadas celebraciones con bailes religiosos y otras expresiones de la fe popular.
Este año, la pandemia impide acudir a los templos. Por esto, los obispos en su mensaje ponen “a los pies de la Madre la enorme tristeza, los dolores y agobios de este tiempo de pandemia que vivimos, encontrando en ella el consuelo y la esperanza”. Consuelo, dicen los obispos, puesto que María “que huyó a Egipto para proteger a su Hijo recién nacido, sabe de la angustia ante el peligro. Ella, que a los pies de la cruz recibió en sus brazos el cuerpo sin vida de Jesucristo, conoce el dolor. La que fortaleció a los discípulos, sabe de miedo y de incertidumbre. La que proclamó la misericordia y el auxilio del Señor no se quedó en el Viernes Santo, sino que vio renacer la esperanza de los primeros testigos de su Hijo, Resucitado de entre los muertos”.
No pudiendo peregrinar para celebrarla, como otros años, “porque necesitamos cuidarnos unos a otros”, los obispos aseguran tener la “certeza de sentirnos cobijados por su manto” y bajo esta protección “a todos, la Virgen del Carmen nos abraza y al oído nos susurra que Jesús siempre está con nosotros y nunca nos abandona. Su mano materna, suave y siempre extendida, nos levanta y nos hace volver a su amado Hijo, y encontrarlo en el hermano y la hermana que sufre”, expresan los obispos chilenos.
En su mensaje dedican un importante llamado “a estar presente, más que con palabras, a través de la presencia física o remota al lado de los que sufren. Porque “nadie se salva solo”, como nos ha recordado el papa Francisco”. Al reconocer que “ella mueve a nuestras comunidades y a todo un país a procurar una ayuda solidaria y una voz de esperanza a los más desposeídos”, también agradecen a los voluntarios que colaboran en los programas de ayuda.
Continúa el mensaje invitando a “preguntarnos de qué forma podemos comprometernos solidariamente en las innumerables iniciativas existentes para ayudar a los que más sufren los efectos de la pandemia y a asumir responsablemente los resguardos necesarios para que los contagios no sigan expandiéndose”.
“Queremos ser, junto a la gran familia de quienes vivimos en Chile, constructores de una sociedad más justa, con una vida más austera y un mayor cuidado a los más frágiles y a toda la Creación. Hoy experimentamos fuertemente nuestra debilidad y el sufrimiento de los hermanos nos desgarra; por eso, continuaremos haciendo lo que está a nuestro alcance para acompañar a los que van quedando solos y abandonados. Contigo, Virgen del Carmen, juntos en este camino, hoy te confiamos lo que somos, lo que tenemos y lo que vivimos”, concluyen los obispos del Comité Permanente de Chile.