A propósito de la 6ª edición del diplomado internacional de doctrina social de la Iglesia con el tema ‘Mujer en la vida pública: Feminismos e identidad católica en el siglo XXI’, que la Academia Latinoamericana de Líderes Católicos tiene en pleno desarrollo, cinco mujeres de reconocida trayectoria tanto eclesial como secular, han compartido su visión sobre el feminismo y sociedad.
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Ellas son María Luisa Aspe, historiadora mexicana, Marta Rodríguez, ex jefa de la sección mujer del Vaticano, Paola Binetti Diputada Italiana y las religiosas benedictinas Patricia Henry y Maricarmen Bracamontes, todas forman parte del cuerpo docente de este diplomado.
Desigualdades históricas
Hay suficientes indicios de construcciones históricas injustas para la mujer. Al respecto María Luisa Aspe ha explicado que “desde la antropología que parte la Iglesia en la concepción de la mujer, está la base natural y no una mera construcción social”, no obstante “no se puede y menos se debe negar que las distintas concepciones de mujer están situadas en un contexto histórico social específico que las enmarca y las condiciona” como “el machismo en la Iglesia”, el cual “no es genético ni responde a la naturaleza humana, se ha interiorizado culturalmente a lo largo de las centurias”.
Marta Rodriguez ha recordado que en Amoris Laetitia el Papa señala muchas situaciones en contra de la mujer que son inaceptables como la violencia, el abuso sexual, la mutilación genital, la desigualdad en las posibilidades para el acceso al trabajo, la discriminación salarial. “Y esto sucede muchas veces en sociedades que se dicen cristianas. Nos tenemos que preguntar cómo es posible que el kerygma que anunciamos no tenga consecuencias sociales”, lamenta la especialista.
Para Paola Binetti “existen condiciones para la mujer que son construcciones históricas injustas” y de las que “se intenta cambiar” sobre todo aquellas relacionadas con el mundo del trabajo, porque “hacen objetivamente más difícil para la mujer armonizar la vida de familia” de hecho “a la mujer se le piden muchas cosas, demasiadas, al mismo tiempo, mientras que el hombre se dedica exclusivamente o prevalentemente a sus empeños profesionales”.
Identidad femenina
No es solo cuestión de anatomía –aclara la benedictina Patricia Henry– el asunto de la identidad femenina se le han impuesto constructos históricos desde la propia Iglesia como, por ejemplo, “Santo Tomás de Aquino que en el siglo XIII, se fundamentaba en la perspectiva aristotélica cuando escribió: La mujer es un ser ocasional, incompleto”.
Maricarmen Brancamontes, también religiosa benedictina, ha aseverado que este tema “merece un reconocimiento y trato como el que Jesús revela en su Buena Nueva, en sus palabras y en sus acciones”, porque el problema de origen “es el considerarlas como objeto, como una propiedad, que puede ser usada como a terceros les plazca”, inclusive “esa concepción de propiedad ha seguido afectando mentalidades y acciones desde tiempos de la Segunda Ley en los textos del Antiguo Testamento”.
Demandas legítimas del feminismo
Sobre el asunto del feminismo y sus demandas legítimas, María Luisa Aspe considera que muchas variantes de este “no se conocen y por ello se da en la práctica un rechazo en bloque sin reparar en su legitimidad o no”, sin embargo “la Iglesia considera legítimas, aunque casi como excepción, derechos laborales iguales que los hombres, entornos libres de violencia y su promoción; reconocimiento, promoción y remuneración”.
La religiosa Patricia Henry ha referido que “sin estar seguras de lo que se entiende por la Iglesia ha asumido como propias” hay algunas demandas del feminismo que acepta como “el ejercicio del sufragio, el derecho sobre la propiedad y la herencia, el derecho a la educación, el reconocimiento de la participación de las mujeres en la historia de la salvación y el reconocimiento de los abusos que sobre sus cuerpos han realizado miembros del clero”.
Foto: Vatican News