“No es una actividad esencial, es una necesidad vital”. Así expresaron los responsables de los credos, refiriéndose a las limitaciones que sufrieron las prácticas religiosas por la pandemia del Covid-19, que ya lleva cuatro meses de cuarentena.
La declaración está firmada por el cardenal Mario Aurelio Poli, arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina; Gabriel Davidovich, Gran Rabino de la República Argentina (AMIA); Mons. Pablo Hamikian, Arzobispo Metropolitano de Buenos Aires; y Mons. Iosif Bosch, Eparca de San Gregorio de Narek en Primado y Exarca de Sudamérica, de la Iglesia Ortodoxa Griega Buenos Aires, de los Armenios.
Comentan que después de varios encuentros con las autoridades del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, observan que las costumbres y prácticas religiosas “no forman parte de la escala de prioridades” al emitir las normativas sanitarias. Pusieron como referencia el informe del CONICET, que luego de una investigación, informó que el 80% de los argentinos es afín a dichas prácticas.
Para los religiosos, los criterios de flexibilización, fueron ajustados según la evolución del contagio del virus, las necesidades básicas, laborales y económicas, el aislamiento prolongado que tiene consecuencias en los más vulnerables. Pero reclaman que “no se reparó en los valores espirituales y trascendentes que conforman el alma de la vida cotidiana de nuestro pueblo y que se expresan en creencias, prácticas de culto y ritos sagrados de distintos credos con sus milenarias tradiciones”.
“Para la mayoría de los argentinos, el estado emocional depende de su relación personal con el Creador. Más aún, nosotros sabemos y proclamamos que la práctica de nuestros credos no son una actividad esencial, sino una necesidad vital para la población. Los sentimientos espirituales en el pueblo son tan importantes como la vida misma”, advierten.
Además de abrirse al semejante, crear valores morales y éticos, estar al servicio del bien común y de la amistad social, fomentar la paz, construir espacios de diálogo, comprensión y tolerancia, en circunstancias adversas, las religiones muestran su mejor rostro que es el de la solidaridad con el prójimo, sin distinción.
Con este manifiesto sobre “Los derechos del pueblo argentino de relacionarse con Dios y practicar su culto en todo tiempo”, los líderes religiosos manifestaron su preocupación: “no deja de preocuparnos profundamente cómo se intenta invisibilizar a Dios. Aparentemente se lo ha corrido de la escena, como si la superación de lo que nos desafía solamente estuviera en manos de un estado omnipotente”.
Afirman que se desconoce la fe del pueblo, y que es fundamental el apoyo de las comunidades para aplicar las medidas de emergencia con éxito. “No olvidemos que el resultado siempre está en manos de Dios”. Para ellos, hay que implorar a Dios para que nos asista con su misericordia y ponga fin a esta pandemia. “La salvación está en sus manos”.
Recuerdan que, en el Preámbulo de la Constitución Nacional, se invoca a Dios como fuente de toda razón y justicia, y que la libertad religiosa también está garantizada por la Carta Magna que incorporó tratados internacionales que valoran la religión como principio de convivencia pacífica. “Por eso nos resulta difícil el aceptar que se postergue el rito religioso del vínculo del hombre con su Creador, mientras se habilitan otras actividades”, advirtieron.
Los prelados sostienen: “No pedimos privilegios ni nada que ponga en riesgo la salud: solo esperamos coherencia y una mirada integral del ser humano”. Son conscientes de las dificultades que enfrentan las autoridades cuando deciden sobre las medidas de prevención y aislamiento, evaluando el riesgo de vida y las consecuencias económicas y sociales. Por eso, ratifican que estas reflexiones las hacen llegar “con la más noble intención de contribuir al bien común, llamando la atención sobre la omisión de la dimensión más importante de todo ser humano”.
Finalmente, señalan “que en este tiempo podamos elevar nuestras oraciones y celebrar –conforme a nuestros ritos y en nuestros lugares de oración–, por el fin de esta pandemia, para que deje de sufrir la familia humana, y nos conceda el bienestar general a toda esta gran Nación”.