Como dio a conocer en su momento Vida Nueva, la muerte por Covid-19 pegó fuerte a la familia del obispo de Ciudad Altamirano (México), Joel Ocampo Gorostieta, quien en solo un mes perdió a su cuñada, a su sobrino y a su hermano, como consecuencia del coronavirus Covid-19.
Esta semana, a menos de un mes de haber despedido a su hermano mayor Olegario Ocampo, el obispo mexicano explica cómo platicaba con Dios en medio de la incertidumbre, el dolor y la muerte.
En entrevista para la Pastoral de la Comunicación de la Diócesis de Ciudad Altamirano, con motivo de un año de ministerio episcopal al frente de esa Iglesia particular, Joel Ocampo asegura que de ninguna manera la familia puede decir que Dios no los escuchó y por lo tanto, tampoco puede haber un reclamo.
“Dios sí nos escuchó (…) creo que Jesucristo nuestro Señor nos mostró el camino y Él sufrió la angustia mortal en el huerto, cuando su hora estaba cerca”.
El obispo asegura que fue justo la oración de Jesús en el huerto la que le ayudó a enfrentar la muerte de sus tres familiares. Yo le decía a Dios: “Padre, si es posible, aparta de mí, de mi familia, de mi pueblo, de nosotros, esta amarga prueba, pero que no se haga nuestra voluntad, sino la tuya”.
Es un oración que sigue haciendo hasta el día de hoy, pues aunque murieron sus familiares, en su diócesis hay muchos enfermos a los que, como pastor, siente cercanos.
Para el obispo Joel Ocampo, en la medida en que se acepta el sufrimiento, es más fácil cargar la cruz: “Si se salva, bendito sea Dios; si Dios lo encuentra digno, preparado y se lo lleva, bendito sea Dios. Como dijo el justo Job: ‘bendito sea Dios; el Señor nos lo dio, el Señor nos lo quitó’”.
Reconoce que la situación no fue nada fácil, e incluso, hubo momentos en que sí cuestionó: “‘Señor, ¿hasta cuándo?’; se llevó a mi cuñada, después a mi sobrino; le supliqué mucho: ‘deja a mi hermano, para que sus nietos tengan a su abuelo’”.
Recuerda que durante algunos días se aferró a que Dios pudiera hacerle ese milagro, “pero después volví a regresar; le pedí que no se hiciera mi voluntad, sino la suya”.
Esa fue la experiencia que trató de transmitir a sus sobrinos, a sus hermanos, a toda la familia, de tal forma que siempre se mantuvieron con la esperanza, pero aceptando la voluntad de Dios”.
Recuerda: “Me decía mi hermana Maty, la religiosa: ‘no puedo, me está costando, ya me peleé con Dios y con la Virgen’. Pero después de días me dijo: ‘cuando te escuché a ti hablar de esa manera, logré dar el paso’.
Joel Ocampo asegura que lo que sufrió es lo que están viviendo miles de familias a causa de la muerte por Covid-19.
A ellas, les dice: “Yo siento a mi hermano, a mi cuñada y a mi sobrino más cerca que cuando estaban físicamente; van con nosotros, los siento vivos. Creo que en la vida como en la muerte, somos del Señor y Él sabe nuestra fuerza; hoy fueron ellos, pero mañana serás tú, yo, o cualquiera de nosotros; este es el paso que todos vamos a dar, ¿cómo, cuándo, dónde?, no lo sabemos. Por eso Jesús nos advierte: ‘estén preparados’”.