En 1997, Marisa Moresco, Concha Calleja y Lola Arrieta –Carmelitas de la Caridad Vedruna– ponían en marcha ‘Ruaj’, un proyecto de misión que se iría concretando en diversas actividades de acompañamiento espiritual, apoyo psicológico, psicoterapia y formación. Tras el trágico fallecimiento de la primera en 2018, nacerían los ‘Círculos de encuentro’ que llevan su nombre, un espacio para seguir fomentando ‘cultura de acompañamiento’. Fruto de la primera edición, acaba de ver la luz el libro ‘Acompañar en las periferias existenciales’ (Narcea), que Arrieta coordina junto a Elisa Estévez.
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PREGUNTA.- Para quien no los conozca, ¿qué son los ‘Círculos de encuentro Marisa Moresco’?
RESPUESTA.- Un foro anual abierto a distintas personas y colectivos interesados por fomentar cultura de acompañamiento. Buscamos crear espacios de intersección, construir puentes, tejer en la diversidad. Llevan el nombre de Marisa Moresco como reconocimiento a su aportación como acompañante y testigo, por su carisma singular de crear círculos de encuentro en Vedruna, Ruaj y en otros lugares.
P.- ¿Qué significa hoy “acompañar en las periferias existenciales”, tema central de las conferencias reunidas en este libro del mismo título?
R.- Dejarse mirar por ellas, comprender el dolor, reconocer capacidades, acercarse con creatividad, actuar con criterios éticos a favor de la vida. Todo para subvertir las dinámicas de exclusión con lucidez cordial, la que emana de la mirada de Dios. (…)
P.- ¿En qué medida las periferias nos ayudan a resituar el centro de la vida?
R.- En los ‘límites’ de nuestra condición humana, cuando vivimos a fondo lo cotidiano, nos permeabilizamos hasta llegar a lo profundo que nos constituye, esa dimensión espiritual, reconocida o no, en la que el Espíritu de Dios alienta y mueve. Allí, nos descentramos y recentramos, al mismo tiempo, decía Martín Velasco. La capacidad de generar vida, abrirnos a otras realidades y salir al encuentro se redimensiona. Algo de esto buscamos en el acompañamiento cuando tratamos de ampliar consciencia y vivir desde el corazón. (…)
P.- ¿Resultan proféticas estas páginas en un tiempo de precariedad, exclusión e incertidumbre?
R.- Recordar la sabiduría de los testigos del pasado y mostrar a los del presente, suena a profecía, sí. Cuando ampliamos la mirada y contamos con cada persona, el horizonte se abre. Ante los miedos que nos atenazan y la recomendación de protegerse de todo en la sociedad actual, la cultura del acompañamiento se nos muestra como un antiviral eficaz. Acompañar no es un acto meramente individual. Nos vincula, nos hace ser-con-los demás, ser para… y ser en Otro. Rompemos inercias, salimos al encuentro y, al tiempo, mantenemos la distancia de seguridad por el respeto y reconocimiento mutuo. Es el continuo trueque de dar y recibir vida; el camino profético del mismo Jesús.