Santa Sofía es una reliquia de un mundo destruido hasta sus cimientos. Casi 600 años después, nada queda de la Constantinopla cristiana. Formalmente, se conservará igual como mezquita que como museo, quizá mejor. Lo dice Rafael Sánchez Saus, catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Cádiz y autor de Al-Ándalus y la Cruz. “Yo no temo por Santa Sofía, sino por la catedral de Córdoba o, incluso, por San Pedro de Roma –prosigue–. Espero ser ya lo bastante viejo para no ver lo que puede venir”.
Sánchez Saus hace referencia al discurso del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, reivindicando el “renacimiento” de Al-Ándalus durante el discurso en árabe en el que anunció la reconversión de Santa Sofía en mezquita. “Mi felicitación de corazón a todas las ciudades que simbolizan esta civilización, desde Bujará, en Uzbekistán, a Al-Ándalus, en España. Este renacimientoes nuestro deber, desde Alp Arslan al sultán Mehmed II y a Abdul Hamid II. Es el símbolo de la vuelta del sol naciente de nuestra civilización”, dijo Erdogan. Ni en la versión en turco ni en la que hizo en inglés, sin embargo, incluyó estas citas a Al-Ándalus.
No son las únicas referencias a España. También lo hizo el ministro de Exteriores de Turquía, Mevlüt Çavusoglu, para mostrar su rechazo a la Unesco y, sobre todo, a la Unión Europea (UE) –encarnada en Josep Borrell, alto representante para las Relaciones Exteriores y Políticas de Seguridad de la UE—, que tachó de “lamentable” la reconversión de Santa Sofía.
“La mezquita de Córdoba en España, construida como mezquita en el siglo VIII –manifestó, en concreto–, fue convertida en iglesia en el siglo XIII. ¿Se usa como iglesia hoy día? Sí. ¿Está en la lista de Patrimonio de la Humanidad? Sí. Lo que importa es proteger, no si se usa como mezquita o iglesia”, dijo el ministro de Exteriores turco.
Y no se quedó ahí. “Respetaría si hubiera dicho que mejor sería si permaneciera como museo. Rechazamos la palabra de condena. En España hay obras construidas como mezquitas, y convertidas posteriormente en iglesias. ¿Hay que decir a España que le condenamos y pedimos que las vuelva a convertir en mezquitas?”, añadió Çavusoglu.
En España, ni el Gobierno ni la Conferencia Episcopal han querido responder a las declaraciones de Erdogan y Çavusoglu. El papa Francisco sí lamentó públicamente la reconversión de la antigua basílica bizantina, emblema de Estambul.
El Danistay, máximo tribunal administrativo de Turquía, anuló el viernes 10 de julio la decisión ministerial de 1934, por la cual Mustafá Kemal Atatürk, fundador de la Turquía moderna, ordenó que la joya de la arquitectura bizantina pasara a ser un “museo”. Desde la conquista otomana de Constantinopla, en 1453, había sido mezquita. “Esto –reivindicó Erdogan en su discurso– es un derecho de 567 años. Si se hace un debate orientado a la fe, este no debe ser Santa Sofía, sino la islamofobia y la xenofobia”. Obvió que hasta entonces, hasta que el sultán Mehmed II conquistó la que pasaría a ser Estambul, Santa Sofía, icono del Imperio bizantino y templo cristiano erigido en el siglo VI, había sido la catedral de Constantinopla.
Desde la decisión de Atatürk, durante casi un siglo, la basílica bizantina se había transformado en “un poderoso símbolo del diálogo interreligioso e intercultural”, como la describía la Unesco, que la declaró en 1985 patrimonio de la Humanidad. “El mundo de hoy, se diga lo que se diga, ha descartado ese diálogo –responde Sánchez Saus–, al menos en su versión primigenia. No sé si debemos lamentarlo; en todo caso, sería un ejercicio de melancolía sin ningún efecto. El mundo de hoy, por su propia situación de debilidad y vulnerabilidad, se refugia cada vez más en discursos fuertes, que tampoco tendrán consecuencias por la pura impotencia de unos y otros”.