“El Covid-19 ha puesto en evidencia lo vulnerables que somos, independientemente de nuestro color o estatus, y lo que sucede en un país afecta a la gente en otro”. Así lo afirma el cardenal Philippe Ouédraogo, arzobispo de Uagadugú y presidente del Simposio de las Conferencias Episcopales de África y Madagascar (SECAM), en un mensaje difundido con motivo de la Jornada del Secam, que se celebra el 29 de julio, y que recoge Vatican News. De hecho, el obispo incide en que esta pandemia ha demostrado “que somos un solo pueblo y que debemos ser los custodios los unos de los otros”.
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El Simposio, compuesto por 37 Conferencias Episcopales nacionales y 8 Conferencias Regionales Africanas, celebra su Jornada anual con el objetivo de que los católicos de todo el continente y de las islas estén mejor informados sobre su existencia y su labor. Para ello, la celebración de la misma se traslada, este año, al domingo 2 de agosto, y esta vez no irá acompañada de su habitual colecta, destinada a apoyar las actividades del Simposio, debido a la emergencia del coronavirus.
El Cardenal Ouédraogo, en su mensaje, quiso destacar cómo, lamentablemente, un año después del Jubileo de Oro del Secam, la situación en África y las islas circundantes no ha cambiado, dentro y fuera de la Iglesia. Por el contrario, ha empeorado a causa de la pandemia del coronavirus. “Un reciente informe de Caritas Internationalis”, explica el cardenal, “mostró que África es el continente más afectado por los efectos del Covid-19”.
“Ni siquiera el Covid-19 ha desalentado la violencia”
“Este es un momento”, continúa, “en el que todos los pueblos africanos deben devolver el valor a la solidaridad que ha dado forma a nuestra visión del mundo y a la sociedad tradicional”. Ya que, solo de esta manera, “podremos enfrentar mejor el impacto de la pandemia y hacer girar nuestras economías, confiando en el poder del Espíritu Santo, que nos da la gracia de amar y ser compasivos”. Asimismo, ha animado a los cristianos a “en este tiempo en que muchos están necesitados, ayudémosles a experimentar el amor de Dios”.
A pesar de la gravedad de la situación que la pandemia ha dejado en el continente, el purpurado ha mostrado también su indignación hacia los otros grandes males que lo afligen desde hace años: la violencia y el terrorismo. “Es vergonzoso y deplorable”, asevera, “que ni siquiera el mortal Covid-19 haya desalentado la violencia y el terrorismo en algunos países de África; seguimos matándonos todos los días. Unimos nuestras voces a las del Santo Padre, el Papa Francisco y otros líderes mundiales para pedir el fin inmediato de la violencia en todas partes de África y el resto del mundo”.
“Sin embargo, a pesar de los muchos momentos de dolor, también ha habido momentos de alegría en el último año”, apunta el cardenal, quien agradece en su texto a “Dios por sus bendiciones”, así como “a los obispos, al clero, a los religiosos y a los laicos su compromiso con la evangelización, no obstante los desafíos actuales; a los gobiernos por sus esfuerzos para contener la propagación del coronavirus en todo el continente y por alentar a los dirigentes a seguir protegiendo la salud de la población; y a los trabajadores de la salud, incluidas las religiosas, que han demostrado una extraordinaria dedicación en sus esfuerzos por aliviar el sufrimiento de los enfermos”.