“Me gustaría dar las gracias a todos los jóvenes que trabajaron de forma concreta y voluntariamente durante la pandemia.Se necesitó muy poco para activarlos en un momento dramático para la historia de todo el mundo”, es la reflexión del cardenal Lorenzo Baldisseri, Secretario General del Sínodo de los Obispos, en un vídeo en el que se presenta ‘El Espíritu lo renueva todo. Una pastoral juvenil para los jóvenes’, libro de la LEV de la religiosa Nathalie Becquart en sintonía con la exhortación ‘Christus vivit’ del papa Francisco.
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Presente y futuro
Para Baldisseri, es clave involucrar a los jóvenes en las instituciones eclesiales, renovando la atención pastoral a las nuevas generaciones, tal como ha puesto de manifiesto la vivencia de la solidaridad durante los peores momentos de la pandemia del coronavirus. “Los jóvenes han demostrado que no representan el futuro, sino el presente”, ha destacado.
“Vemos que el ritmo se está recuperando lentamente y la proyección de futuro nos dice que necesitamos la contribución de los jóvenes si queremos renovar las cosas”, apunta. Y para ello pide ir dónde están los jóvenes. “En el pasado, la parroquia tenía el campamento, el cine, el futbolín. Pero ahora esto ya no es suficiente. Los jóvenes están en la calle. Y ahí es donde hay que ir a verlos”, reclama.
La fuerza del acompañamiento
“Como Iglesia debemos tener el coraje de confiar en los jóvenes, sin pensar que son inmaduros. Pueden caer, ciertamente. Todos somos frágiles. Pero la idea madre de todo es el acompañamiento. Compañero significa ‘cum pane’, es decir, el que esparce el pan y por lo tanto se familiariza. Entonces el compañero no se pone detrás o delante, se pone a un lado porque hay que hablar con él”, propone en sintonía con una línea fundamental en el Sínodo de los Jóvenes.
“Lo que debemos hacer es acercarnos a los jóvenes: escucharlos y hablar con ellos, siguiendo la sugerencia de este libro. Por eso debemos ir a las calles, a los templos del juego como el estadio o el gimnasio”, propone. Algo que deben hacer los sacerdotes y agentes de pastoral, pero también los propios jóvenes. “Son ellos los que deben ser misioneros. Este es el discurso: todos los bautizados son misioneros y discípulos de Cristo, aunque según diferentes roles, carismas y ministerios”, concluye.