La Comisión Episcopal de Migrantes e Itinerantes (CEMI) dieron a conocer, con motivo del Día Mundial contra la Trata, un documento titulado: ‘Sentir compasión por las llagas de Cristo crucificado’.
Según recordaron, el papa Francisco, en su mensaje de Cuaresma, alertaba sobre el posibilidad de experimentar “el infierno ya aquí en la tierra, como lamentablemente nos testimonian muchos hechos dramáticos de la experiencia humana personal y colectiva”. “…Poner el Misterio pascual en el centro de la vida significa sentir compasión por las llagas de Cristo crucificado presentes en las numerosas víctimas inocentes de la trata de personas en todas sus formas”.
Los obispos señalaron el marco de la pandemia para explicar que este fenómeno no se detiene. Más allá de la emergencia sanitaria, el aislamiento, la cuarentena, la inestabilidad laboral y la emergencia alimentaria, indicaron que el delito de la trata de personas corre el riesgo de aumentar.
“El mal y la corrupción de la violencia de género, del consumo de drogas, de gente en situación de calle y migrantes más vulnerables, no se detiene. No están aislados ni en cuarentena”, expresaron en el comunicado.
La CEMI reconoció que las víctimas de la trata y de las nuevas formas de esclavitud (prostitución, el trabajo forzado y el tráfico de órganos) no cuentan ni con derechos ni garantías.
Con esta frase del Papa, la Comisión hace un llamado a la acción. “No a la desesperación y menos a la indiferencia”, alientan los obispos. Señalan que si está a nuestro alcance hacer algo, debemos hacerlo: rezar y generar conciencia propia y familiar o comunitaria.
Los prelados estiman y valoran la cercanía y la acogida, la solidaridad y el acompañamiento de las víctimas. Por eso, invitan a imitar y realizar estos gestos ante estos delitos de lesa humanidad.
Finalizan esta declaración con un deseo: “Que el Señor que sufre con el que sufre y padece con el que padece, nos ayude a asemejarnos a Él, atendiendo los heridos como Él quiso atendernos y cuidarnos a nosotros”.