La Generalitat de Cataluña permite desde hoy las misas con un tercio de aforo. Así lo anunció ayer por la tarde la consellera de Salut, Alba Vergés, y la portavoz del Govern, Meritxell Budó, que presentaron ante los medios la nueva resolución que relaja las restricciones en actos religiosos, espectáculos culturales y gimnasios. La medida fue anunciada solo dos días después de que el president, Quim Torra, anunciara un expediente contra el arzobispado de Barcelona por realizar el funeral por las víctimas del Covid-19 con más de 10 personas. No obstante, las reuniones familiares de más de 10 personas siguen prohibidas.
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Torra se adelantaba el lunes al arzobispado de Barcelona y es él quien decidía dar primero con el anuncio de que había ordenado al departamento de Salud abrir un expediente sancionador al Arzobispado celebrado el día anterior en la Sagrada Familia.
La decisión de Torra llegaba después de que el Arzobispado anunciara “acciones legales” contra la Generalitat por vulnerar “la libertad religiosa y de culto”. Una decisión tomada después de la callada por respuesta del Ejecutivo catalán a la petición de aumentar el aforo más allá de las 10 personas estipulado el 17 de julio por la Consejería de Salud tras los rebrotes del coronavirus.
En rueda de prensa, Torra cargó contra Omella. “Me parece bien que el cardenal Omella apele a la libertad de culto, pero durante años ha olvidado la Constitución y los derechos humanos” y “ni una vez ha alzado la voz contra la represión” a los políticos catalanes, dijo el president descubriendo él solo cuáles son los verdaderos motivos de sus problemas con el purpurado turolense. Una supuesta falta de implicación del cardenal con los catalanes que se desmonta a golpe de hemeroteca con los continuos llamamientos del purpurado a la búsqueda de soluciones para una sana convivencia.
Torra y los pobres
El president recordaba a la Iglesia que “todos somos iguales” ante las resoluciones tomadas para hacer frente al Covid-19 y que “si el Govern toma medidas para asegurar la salud de todos los ciudadanos, todos las debemos cumplir”.
Torra continuaba su disertación intentando dar lecciones sobre catolicidad y caridad al purpurado. “Yo soy católico, me eduqué en los jesuitas y mis referentes son Pedro Casaldáliga y Ernesto Cardenal”. “Mi Iglesia es la de los pobres y los vulnerables”, añadía citando los barrios más vulnerables de la Ciudad Condal, como si el cardenal no los conociera por no ser catalán, desconociendo que se los ha pateado desde que llegara a la diócesis en 2015.
El Arzobispado no ha respondido aún al president, pero Omella ya dio muestras de su talante durante la homilía del funeral: “No son momentos de perder el tiempo en discusiones inútiles para buscar culpables, para aumentar la división. No es tiempo de enfrentamiento, es tiempo de tender la mano, de luchar todos por el bien común, especialmente por los que más sufren”.
Omella sigue tendiendo la mano
Es más, el purpurado indicó que “son tiempos de tender las manos para acariciar, para perdonar, para acompañar, para caminar juntos y tratar de evitar más sufrimientos, para hacer frente juntos a la crisis económica y social que se nos avecina”. “Son tiempos de perdón y de mirar al futuro aprendiendo de los errores”, apostilló.
El Arzobispado recordaba el domingo en un comunicado que si bien para las misas se limitan a 10 personas, no es así, por ejemplo, si se accede como turista a la Sagrada Familia, que pueden cubrir un 50% del aforo. Una apertura a los visitantes que el Arzobispado recuerda que se llevó a cabo “de acuerdo con la insistente invitación del Ayuntamiento de Barcelona y de la Generalitat de Catalunya para reactivar la vida económica”.
En cualquier caso, en las exequias del domingo se garantizó la seguridad de los participantes con “medidas incluso más rígidas que las aplicadas a las visitas de turistas a la Sagrada Familia”. De hecho, el aforo fue del 23%. Así, se tomó la temperatura a todos los asistentes, entre los que se encontraron familiares de las víctimas del coronavirus, representantes del ámbito sanitarios, de los servicios esenciales, hosteleros, voluntarios… No así representantes de la Generalitat y del Ayuntamiento de Ada Colau, que dieron plantón a la Iglesia en el último momento.