“Antonio López es un hombre de un enorme talento, pero también de una enorme espiritualidad, preocupado por plasmar lo sagrado desde múltiples perspectivas, por lo absoluto, como demuestra ahora con la figura de Dios en la puerta central, con esa divinidad que alcanza la figura de la Virgen a través de Jesús Niño“. René Payo, presidente del Consejo Asesor de la Fundación VIII Centenario de la Catedral-Burgos 2021, explica así la elección del pintor y escultor hiperrealista para la que será la gran aportación a la conmemoración de los 800 años de la seo burgalesa.
“Las conversaciones con el maestro fueron muy enriquecedoras –prosigue–, pero no las teníamos todas con nosotros de que aceptara”. El artista ha creado las tres puertas de la fachada principal, la de Santa María, que sustituirán las existentes de madera por otras de bronce con un poderoso mensaje simbólico que usa como modelo –como siempre sucede con él– a su propia familia, especialmente su hija y su nieto.
En la puerta central, Dios Padre con rostro humano, barba y mirada hierática. En la derecha, Jesús Niño bajo el Árbol de la Sabiduría con una cruz en su mano y, detrás, la Virgen y Santa Ana junto a una silla vacía. En la izquierda, la Virgen mira expectante al frente. En el fondo de las tres puertas de bronce, el jardín del Génesis y un friso con una vista de Burgos y el río Arlanzón.
“Antonio López posee una capacidad de expresar, con una tendencia hiperrealista, la vida, los sentimientos, y creo que ha logrado una representación que se adapta absolutamente al mensaje de la portada principal, a la importancia de la figura de la Virgen a través de la encarnación de Cristo –valora René Payo–. Ha dado en el clavo para recuperar ese programa iconográfico original, simplificado obviamente, porque las portadas primitivas tenían muchas escenas. Ha ido a los elementos fundamentales de la Encarnación y ha acertado desde muchos puntos de vista”.
Esa portada gótica original del siglo XIII fue sustituida en 1780 por la actual portada neoclásica de Fernando González de Lara. Ahora, con las nuevas puertas, Payo espera recuperar la iconografía y el esplendor. “Tras conversaciones con el maestro, que en principio fue un poco temeroso y reticente, con miedo a intervenir en una obra de tanta significación, al final se decidió hacer un proyecto con un lenguaje contemporáneo, pero que se integra perfectamente en la catedral. No va a producir ninguna estridencia porque facilita una contemplación en conjunto”.
No solo es, como afirma Payo, “una obra de enorme calidad, con una enorme profundidad teológica y de posibilidades simbólicas”, sino también “un elemento significativo que ampliará el riquísimo elenco de obras artísticas que desde el siglo XIII tiene este templo”. De hecho, “se va a convertir –añade– en una de las grandes obras de arte de la catedral, que va a unir el nombre de Antonio López a los maestros que han intervenido en el templo desde el siglo XIII, como Gil de Siloé, Diego de Siloé, Felipe Bigarny, Bartolomé de la Haya, Juan de Ancheta, todos los grandes escultores que a lo largo de las centurias trabajaron para la catedral de Burgos”.
Payo, en todo caso, cree que “si hubiésemos intentado reproducir la fachada gótica anterior a la intervención de 1780 habría sido un error, hemos preferido apostar por el arte contemporáneo en diálogo con la Iglesia”. De hecho, la opción de Antonio López se impuso a la de Cristina Iglesias. “Los dos figuras gozan de incuestionable reconocimiento nacional e internacional –refiere Payo–. Pero Iglesias trabaja en un lenguaje anicónico, no figurativo, y habrían sido unas puertas exclusivamente no figurativas”.