El cardenal Leopoldo José Brenes Solórzano, arzobispo de Managua (Nicaragua), celebró este miércoles 5 de agosto una misa a los pies de la imagen calcinada de “la Sangre de Cristo”, e insistió en que su destrucción se debió a un acto “salvaje y terrorista”, no a un accidente, como sostienen las autoridades nicaragüenses.
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Fue el viernes 31 de julio cuando una persona aún no identificada entró en la Capilla de la Sangre de Cristo en la Catedral Metropolitana de Managua, y tras permanecer unos minutos en el lugar, arrojó una bomba, produciendo un incendio dentro del templo, según explicaron testigos presenciales.
Desde ese día, Brenes Solórzano, quien también es presidente de la Conferencia del Episcopado de Nicaragua, no ha quitado el dedo del renglón en el sentido de que lo que ocurrido en la Catedral Metropolitana de Managua fue un acto “terrorista” y “sacrílego”.
Calcinada pero de pie
De acuerdo con medios locales, este miércoles, al celebrar la misa muy cerca del Cristo calcinado, el cardenal nicaragüense señaló: “La imagen que podemos contemplar a mi espalda está calcinada, pero de pie. La cruz, al igual que el cuerpo de esta imagen de madera resistió la fuerza de las llamas y ahí está, como un testimonio que es un llamado para todos”.
Lamentó que el pueblo católico esté viviendo “un ambiente de mucha tristeza y dolor” al ver en esas condiciones la imagen “la Sangre de Cristo”, que es un símbolo religioso muy venerado por los creyentes en ese país.
Persecución de Estado
El cardenal Brenes, al igual que los obispos de ese país, ha denunciado de forma insistente que el constante ataque a templos católicos forma parte de una persecución a la Iglesia católica nicaragüense.
“El demonio anda suelto y quiere herir a la Iglesia, quiere herir a los obispos, quiere herir a los sacerdotes”, dijo este miércoles.
Brenes se manifestó contento porque en medio del dolor obtuvo una respuesta inmediata de apoyo del papa Francisco, con quien –dijo– se comunicó en los dos días siguientes al incendio.
Cabe recordar que la relación entre la Iglesia católica y el gobierno sandinista de Daniel Ortega comenzó a fracturarse tras la revuelta social de abril de 2018, cuando los obispos respaldaron de alguna manera los reclamos de los estudiantes contra el gobierno.
Brenes ha dicho que lo que está ocurriendo en Nicaragua es “una pesadilla” de la que no sabe “cuándo vamos a despertar”.