Tras diferentes celebraciones desde el pasado domingo, el obispo claretiano Pedro Casaldáliga, finalmente ha sido velado en el Centro Comunitario “Tía Irene” el pasado martes, 11 de agosto, y enterrado este miércoles por la mañana en el cementerio de los indios Karajá a la orilla del Río Araguaia, donde ejerció de obispo. Se ha cumplido de esta manera el dese de Casaldáliga de volver a la tierra en la que ha pasado las últimas décadas en la Amazonía brasileña, en el estado de Mato Grosso.
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Este cementerio de Karajá se levanta sobre el lugar donde eran arrojados los cuerpos de los indígenas que se resistieron a la invasión de sus tierras. Casaldáliga, en sus poemas, habla del hecho de que allí eran depositados los cuerpos “muchas veces sin nombre y casi siempre sin ataúd”. De hecho, junto al obispo emérito descansan los restos de un peón y una prostituta.
Luchando por la justicia
La última celebración estuvo presidida por Adriano Ciocca, actual obispo de São Félix do Araguaia. “Él quería justicia, quería abundancia, quería alegría, vida plena para todos y para todas. No importa la raza, no importa el sexo, no importa la cultura, no importa la religión”, destacó en la homilía junto al féretro del obispos situado en una canoa de los Karajá, junto el sombrero de paja que usó como mitra episcopal y el remo que hizo de báculo pastoral.
Para Ciocca, Casaldáliga “sirvió de ejemplo y sigue sirviéndonos de ejemplo” como “una semilla plantada a orillas del río Araguaia, una semilla que debe crecer y producir muchos frutos”. Por ello, deseó que su “luz siga iluminando para que se haga visible el sueño del gran banquete de la vida, a pesar de todos los obstáculos que conocemos y que vivimos en este tiempo”.