“Las condiciones de muchos temporeros en España son inadmisibles”, ya que es “un trabajo físico duro pero no por ello es excusa para una explotación inhumana”. Así se ha manifestado el obispo de Vitoria y responsable del área de migraciones de la Conferencia Episcopal, Juan Carlos Elizalde, en la misa en la fiesta de la Virgen Blanca que el prelado ha presidido en la Catedral de Santa María en la capital alavesa.
Elizalde ha hecho un llamamiento a las administraciones públicas, al sector del campo y a la Iglesia para “trabajar juntos en un nuevo escenario que dignifique y dé cobertura legal a estos trabajadores, la mayoría inmigrantes”. En relación con la situación de la pandemia por el coronavirus ha apleado que “frenar una nueva situación de confinamiento y de medidas restrictivas reside en el uso responsable de nuestra propia libertad”, según recoge Europa Press.
Relatando la experiencia de los migrantes, destacó que recorren “cientos de kilómetros, miles en algunos casos, hasta llegar aquí para ganar en algunas ocasiones apenas 20 euros por jornadas de hasta 16 horas sin agua y bajo un sol abrasador, viviendo hacinados, sin un simple colchón, durmiendo en el suelo”. Por ello, alabó iniciativas como el proyecto de la Unión Agroganadera de Álava por un “temporerismo seguro” ante el coronavirus. De cada 100 personas que se contratan para la vendimia, solo el 5% son españoles; el 95% de origen inmigrante, apuntó.
El prelado agradeció “en nombre de la Iglesia a esos empresarios agricultores de toda España que cuidan y proporcionan lo necesario a estas personas para garantizar un trabajo decente pero siendo realistas, son muchísimos los temporeros que están en condiciones inadmisibles”. “¿Por qué no se les dota a todos de una vivienda digna, de una condiciones dignas, de un salario digno, de un descanso digno durante el tiempo que dura la recogida de los frutos de la tierra?¿Acaso no son personas y merecen dignidad?”, se preguntó durante la homilía. “Que en pleno año 2020 sean tratados en semiesclavitud. Incomprensible e inaceptable”, denunció.
Finalmente pidió que “no seamos una tierra hostil para quien viene a trabajar aquí o para quien busca un sustento para ellos y sus familias”, denunciando las “trampas laborales” a las que son sometidos. “Si sobre nosotros pesa una amenaza de emergencia sanitaria, para ellos hay ya una condena si no cambiamos sus condiciones de vida y trabajo. Aprendamos las lecciones que esta pandemia nos está dando día a día. Cuidemos los unos de los otros. Seamos hermanos porque todos estamos en la mismo barca y nadie se salva solo. No reduzcamos todo a mera ganancia económica. El fin no justifica los medios. La vida humana merece dignidad”, concluyó.