Mientras la Arquidiócesis de Bogotá celebraba la semana pasada –entre el 9 y el 16 de agosto– inéditas jornadas de oración ante el Señor Caído de Monserrate, que “ha bajado para caminar con su pueblo” en su paso por las catedrales de la capital colombiana, llegando a cada hogar a través de los medios de comunicación, como un signo de esperanza en medio de la pandemia; una veintena de jóvenes perdía la vida en el suroccidente por cuenta de los violentos. El país fue estremecido con dos masacres consecutivas en Cali y en municipio nariñense de Samaniego.
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Frente a la imagen doliente del Señor de Monserrate, en la Catedral Primada de Bogotá, Luis José Rueda Aparicio recordaba el pasado domingo 16 de agosto “la oración más breve del Antiguo y del Nuevo Testamento: Señor ayúdame“.
Instrumentos de paz
Este lunes 17, cuando la imagen de 150 kilos regresaba al cerro de Monserrate, el arzobispo de Bogotá y Primado de Colombia peregrinó al Santuario para orar y pedir que “cese la guerra y la violencia en lugares como el Chocó, en el Valle del Cauca, en el Cauca, Nariño, Arauca, en el Catatumbo, en el Magdalena Medio, en el Bajo Cauca Antioqueño, en el Urabá y Córdoba”, como recoge El Catolicismo. “Y pidió, al Señor de la paz, que nos haga instrumentos de su paz“.
También dedicó un tiempo para orar en la capilla de la Virgen de Monserrat, “la morenita”, como la llamó, donde elevó su clamor por las mujeres colombianas: “por las mujeres de todas las etnias, indígenas, afrocolombianas, andinas, campesinas, de ciudad, profesionales, de todas las edades –niñas, jóvenes, adultas–, las presento al Señor”.
Las mujeres, un don de Dios
“Las mujeres, son signo de vida y de sabiduría, de fortaleza y de valentía”, enfatizó Rueda Aparicio, recordando a quienes han sido asesinadas, violadas, desterradas e ignoradas.
“Oro por todas las mujeres de nuestro país, ellas son un don de Dios, son rostro de María Santísima entre nosotros… las necesitamos en la Iglesia, en la sociedad, en toda Colombia“, concluyó el arzobispo de Bogotá.
Balance de una semana de rogativa
A modo de balance de la semana de oración que concluyó el domingo pasado, el prelado ha dicho que “hemos hecho una rogativa intensa peregrinando con el Señor de Monserrate, y queremos que él siga peregrinando en nuestras familias, en nuestras comunidades, en nuestro país. Tenemos puesta nuestra confianza en él y estamos dispuestos a trabajar intensamente porque amamos nuestra familia, nuestros pueblos, nuestro país“.
Luis José Rueda ha destacado que “los colombianos estamos convencidos de la necesidad de trabajar para salir de esta prueba, pero es la presencia misericordiosa de Dios la que transforma nuestra vida”. “Por eso –añadió– el Señor ha bajado a caminar con su pueblo, a decirnos que está con nosotros, a reanimarnos, a levantar nuestra esperanza, nuestro corazón para que sigamos luchando”.
En la oración que recitó al finalizar la eucaristía dominical, ante el Señor Caído de Monserrate, sin duda una de las principales devociones de los bogotanos y de los colombianos, ha hecho eco al clamor de todo un pueblo:
Oración al Señor de Monserrate en medio de la pandemia
Señor Jesucristo, que en Monserrate nos manifiestas tu amor, tu eres nuestro refugio, fortaleza y esperanza, escucha nuestro clamor:
Traemos ante ti, el sufrimiento de tantas familias que viven la prueba de la enfermedad, o más aún, la tristeza de haber perdido a sus seres queridos.
Te presentamos la realidad de quienes no tienen empleo.
Oramos por aquellos que viven solos y ahora están más aislados que antes.
Recordamos en tu presencia la vida de los ancianos, necesitados de atención médica, de acompañamiento y de ternura.
Te suplicamos por los hermanos sin techo, las personas en condición de calle, los migrantes y los desplazados.
Te pedimos por las comunidades rurales amenazadas en su vida y su dignidad por la violencia en todas sus formas.
Señor Jesucristo, que en Monserrate nos manifiestas tu amor, tu eres nuestro refugio, fortaleza y esperanza, escucha nuestro clamor:
Te rogamos por los médicos, las enfermeras y todo el personal sanitario, quienes trabajan en pequeños o grandes hospitales, ellos son misioneros de la vida y de la salud.
Te pedimos por las religiosas y religiosos, por los sacerdotes y Obispos, que trabajemos por tu Reino, que tengamos el corazón abierto para la oración fervorosa, para anunciar el Evangelio, para el servicio fraterno.
Te pedimos por los científicos, los gobernantes, los militares y los servidores sociales, para que con sabiduría orienten sus trabajos a promover la verdad, la justicia y el bien común.
Señor Jesucristo, que en Monserrate nos manifiestas tu amor, tu eres nuestro refugio, fortaleza y esperanza, escucha nuestro clamor:
Hoy necesitamos una gran esperanza que no sea destruida por un virus, que no sea destruida por el miedo.
Necesitamos una gran esperanza que triunfe sobre la guerra, el narcotráfico y la pandemia.
Necesitamos una gran esperanza que nos dé un nuevo ritmo de vida, en la misericordia y en el encuentro, en el diálogo y la reconciliación.
Que la Virgen María “Madre de la Esperanza” interceda por esta familia que pone en Dios su confianza. Amén.