En apenas 24 horas, la situación política ha dado un giro en Malí. Así, tras el golpe militar que ayer se proclamó en su contra, a primeras horas de este miércoles 19 de agosto, el presidente, Ibrahim Boubacar Keita, en el poder desde 2013, ha dimitido junto a todo su Gobierno. Un paso a un costado que, tal y como ha asegurado en una declaración televisada, ha buscado evitar “que se derrame sangre”.
En este momento de incertidumbre (los golpistas no han dirigido ningún mensaje al país ni han designado a un líder para que asuma el poder), desde Misiones Salesianas se ha transmitido la visión de uno de sus misioneros en el país, reservando su identidad por motivos de seguridad. “Todos estamos bien –asegura–. Estamos viviendo con serenidad el desarrollo de los acontecimientos en el país. Tanto en Bamako, como en Sikasso y Touba, estamos tranquilos”.
“Muchas personas –detalla– salieron a la calle en la ciudad en los primeros momentos para apoyar a los militares. Pero, por la tarde, se instauró un toque de queda desde las nueve de la noche hasta las cinco de la madrugada”. Hoy, la situación es de calma tensa, sin nadie en la calle.
Los salesianos llevan en Malí desde 1982, apoyando especialmente a los jóvenes más vulnerables en escuelas de Formación Profesional y de Secundaria en Bamako, Sikasso y Touba.
Desde Misiones Salesianas, su portavoz, Ana Muñoz, clama por el fin de la violencia: “Pedimos diálogo a todas las partes para que no haya altercados graves que lleven a derramamientos de sangre innecesarios y deseamos que todo vuelva a la normalidad y al orden constitucional lo antes posible”.