Tras ser cesado de un modo fulminante hace dos años y recibir una sanción hace uno por el propio papa Francisco, Michael J. Bransfield, anterior obispo de Wheeling-Charleston, en Estados Unidos, ha acabado rindiendo cuentas ante los sacerdotes, religiosos y laicos que denunciaron sus numerosas infracciones en materia sexual (acoso a adultos) y económica, con malversación de fondos incluida.
- LEE Y DESCARGA: ‘Un plan para resucitar’, la meditación del papa Francisco para Vida Nueva (PDF)
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Así, como confirma Aska News, a solicitud del Vaticano, Bransfield ha escrito una carta pública de perdón en la que, entre otras cosas, anuncia que ha pagado 441.000 dólares a la diócesis que pastoreó durante 14 años.
Investigación vaticana
Hace un año, fruto de la investigación vaticana que provocó en primer lugar su salida de la diócesis un año antes, se castigó al obispo emérito con la prohibición de residir en el territorio diocesano, la imposibilidad de celebrar públicamente la Eucaristía y la obligación de compensar personalmente el daño que causó.
Entonces no se definió este último punto, pero, gracias al trabajo de su sucesor episcopal en Wheeling-Charleston, Mark Brennan, que mandó una propuesta concreta de acción a la Congregación para los Obispos, se optó por las disculpas públicas (y privadas con los afectados), así como por ese pago de hasta 441.000 a las arcas diocesanas.
Se venden su casa y su coche
Una suma que se unirá a la generada por la venta de su antigua residencia y de su vehículo, dinero que irá destinado a las víctimas de abusos. Como confirma Brennan a los fieles diocesanos en una carta pública, también se ha reducido su pensión a un tercio de lo que habría recibido si se hubiera retirado “en regla”.
“Espero –concluye Brennan– que los fieles de la diócesis de Wheeling-Charleston vean en la decisión de la Congregación para los Obispos una solución justa y razonable a esta incómoda cuestión. Estoy inmensamente agradecido a los fieles de la Diócesis de Wheeling-Charleston por su paciencia durante el año pasado. Esta ha sido una prueba dura para todos nosotros. Ahora tengo la esperanza de que podamos seguir adelante y no dejar que el pasado nos distraiga”.