Hubo un tiempo en el que se hablaba con naturalidad de la “católica” Francia o la “católica” España. Aún más recientemente si cabe, en el ámbito británico destacaba la “católica” Irlanda… Algo que, por lo que parece, se ha cortado de un modo abrupto. Al menos por lo que se desprende de un dato demoledor: en todo 2020 se va a ordenar un solo sacerdote en el país.
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Precisamente, la ceremonia de ordenación será este domingo 23 de agosto en la basílica de Knock, en la Archidiócesis de Tuam, convirtiéndose en sacerdote Shane Costello. Algo que, si nada lo remedia en lo que va de año, no se dará en ninguna de las 25 diócesis restantes de toda Irlanda.
Situación abismal
Alarmado por ello, en declaraciones a The Tablet, el sacerdote Paddy Byrne, párroco de Abbeyleix y Ballyroan, en la Diócesis de Kildare y Leighlin, define la situación como “abismal”. Y es que, si bien es cierto que la pandemia de coronavirus ha podido impedir ceremonias de consagración, esa simbólica moneda también guarda un oscuro reverso: “¿Te imaginas en medio de una pandemia si solo hubiera dos o tres médicos graduándose para el servicio de primera línea?”.
Consagrado hace dos décadas, Byrne, de solo 46 años (es el segundo sacerdote más joven de su diócesis), constata que “existe una necesidad real de clero en la sociedad irlandesa”. Algo que él mismo experimenta de un modo directo: para este curso asumirá el liderazgo de su tercera parroquia… Mientras que, tiempo atrás, esas tres mismas parroquias eran atendidas por un equipo de siete sacerdotes.
Sin relevo generacional
Consciente de que hay sacerdotes que siguen al frente de sus parroquias superados los 80 años, concluye entristecido: “Esto no es sostenible, nadie viene detrás de nosotros”.
Sea o no por la crisis generada por los abusos en su seno, lo cierto es que la Iglesia en Irlanda, como institución, “ya no es relevante para la gran mayoría ni encaja en la cultura contemporánea donde necesitamos estar presentes”.
Diálogo honesto
“Necesitamos–concluye– una reevaluación radical en Irlanda, un diálogo honesto sobre lo que ha fallado con la vocación del sacerdocio”. Además de, por qué no, pensar en cambios estructurales de calado: “Creo que fue una lástima terrible que las mujeres fueran excluidas de la opción de ser diáconos. (…) No creo que sea suficientemente bueno decir que las mujeres tienen roles de liderazgo en la Iglesia, también debe ir acompañada de un ministerio”.