Hace algo menos de tres años, el mundo entero saludó como una noticia esperanzadora para Zimbabwe la salida del poder de Robert Mugabe, el dictador más longevo del mundo y quien impuso su mano de hierro durante casi cuatro décadas en el país. Le acabó costando el poder su progresivo cambio a la hora de allanar el acceso al mismo a su mujer, Grace Mugabe, en contra del que parecía el eterno candidato a sucederle: su vicepresidente, Emmerson Mnangagwa, en su día jefe de la policía política y un claro representante de la ortodoxia del régimen, por lo que era el preferido del ejército.
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Ese viraje llevó a la presión de las fuerzas armadas y, tras la caída de Mugabe, a la propia llegada a la presidencia de Mnangagwa. Sin embargo, este corto período de tiempo ha demostrado que el régimen sigue siendo igual de autoritario y represivo contra los críticos, considerados automáticamente como “opositores”.
Movimiento ‘Zimbabwean Lives Matter’
Así, tras las últimas detenciones y la dura represión del movimiento ‘Zimbabwean Lives Matter’, los obispos hicieron pública hace una semana una carta pastoral en la que lamentan el estado de postración nacional causado por sus gobernantes: “La represión de la disidencia no tiene precedentes. ¿Es este el Zimbabwe que queremos? Tener una opinión diferente no significa ser un enemigo. Precisamente, del contraste de opiniones surge la luz. Nuestro Gobierno, automáticamente, etiqueta a cualquiera que piense de manera diferente como enemigo del país: eso es un abuso”.
“El Gobierno y la sociedad civil –proseguía la misiva de la Conferencia Episcopal– están de acuerdo en que la corrupción asfixia la economía y compromete nuestro sistema judicial. Si bien existe este reconocimiento, no ha habido una manifestación igualmente seria por parte del Gobierno para librar al país de este flagelo”.
Una posición “tremendamente irrespetuosa”
La reacción del Ejecutivo de Mnangagwa ha sido igualmente contundente y, como recoge The Guardian, considera que la carta episcopal es “tremendamente irrespetuosa”, siendo –en palabras del presidente en un acto de su partido– “muy desafortunado” que los pastores “usen el púlpito para promover una agenda nefasta para los detractores de nuestro país”.
Más allá de las declaraciones, el Gobierno ha llamado a consultas al nuncio para –según manifestó Ziyambi Ziyambi, el ministro de Justicia– “determinar si tales declaraciones reflejan la actitud oficial de la Santa Sede hacia el liderazgo de Zimbabwe o si son simplemente las opiniones de las diversas personas involucradas”.
Apoyo papal
Como destaca Vatican News, la posición del representante papal en Zimbabwe, Paolo Rudelli, es de nítido apoyo a los obispos. Así se lo manifestó en primera persona al arzobispo de Harare, Robert Christopher Ndlovu, quien además es presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Zimbabwe, cuando, a finales de julio, las críticas del Gobierno se cebaron con él.
Por tanto, quienes denuncian que el régimen de Mugabe, liderado ahora por Mnangagwa, es autoritario y corrupto, ya saben que tienen de su lado a la Iglesia. En Harare y en Roma.