“Es una puerta que se abre frente al confinamiento que hemos tenido que cumplir para proteger la vida”. Así describe la primera automisa, celebrada en Colombia como parte de las medidas de flexibilización, el sacerdote Luis Carlos Ayala, párroco de Santa Cruz, en el municipio de Chía, departamento de Cundinamarca, en conversación con Vida Nueva.
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos de la revista en tu email
- LEE Y DESCARGA: ‘Un plan para resucitar’, la meditación del papa Francisco para Vida Nueva (PDF)
Unos 250 vehículos ingresaron en el hipódromo de Los Andes, donde Ayala presidió esta particular eucaristía. Aseguró que se han cumplido con todos los protocolos de bioseguridad y se ha ideado este tipo de celebración, porque en los autos “no se tiene contacto con otras personas” y además “es una forma segura frente a este enemigo letal que es el coronavirus”.
Así Cundinamarca se convierte primer departamento con autorización del Ministerio del Interior para la realización de cultos bajo esta modalidad.
Una forma de servir
El sacerdote ha destacado que desde el inicio de la pandemia el acompañamiento a la feligresía nunca se ha detenido, por eso las automisas se convierten “en una forma de poder servir tras casi 6 meses de templos cerrados”.
Incluso muchos sacerdotes “hemos ideado las maneras, unos lo hacían por televisión, radio, redes sociales, se estaba sirviendo a la gente de esa manera” para “llevar la buena noticia a las personas que forman al cuerpo de la Iglesia”.
“La gente las recibió con mucha alegría, con expresiones de gozo”, porque las automisas son “una esperanza mientras se abren las iglesias”. Por ahora –ha mencionado– aquí en el municipio de Chía se están haciendo todos los trámites, bajo los protocolos de bioseguridad, para abrir paulatinamente los templos en septiembre.