Muere por coronavirus el arzobispo filipino Óscar Cruz, uno de los mayores azotes de Duterte (y de todos sus predecesores)

Muere por coronavirus el arzobispo filipino Óscar Cruz, uno de los mayores azotes de Duterte (y de

Este miércoles 26 de agosto, a los 85 años de edad, ha muerto por coronavirus Óscar Cruz, arzobispo emérito de Lingayen-Dagupan, en Filipinas. Según recoge el diario local Rappler, así lo ha anunciado su sucesor, el arzobispo Sócrates Villegas. Fallecido en Dagupan, el pastor, que fue presidente de la Conferencia Episcopal entre 1995 y 1999, será enterrado el viernes en la catedral de San Juan Evangelista, la que fuera su sede catedralicia.



Cruz, definido por Villegas como “un pastor fiel” y “un profeta valiente”, también fue para él “un patriota”. Una afirmación que evidencia que con él se va una figura clave de la Iglesia filipina. Y es que, como pocos, fue capaz de tener una dimensión pública que le hizo manifestarse sin dobleces frente a los excesos de los sucesivos gobiernos.

Compromiso público

En esta línea le ha despedido el obispo de Caloocan, Pablo Virgilio David, vicepresidente del Episcopado, para quien Cruz, entre otras cosas, ha sido “una de las principales voces en la defensa contra el juego ilegal en el país”.

De mismo modo, el activista Renato Reyes recordó su implicación “durante los años críticos del régimen de Arroyo”, así como el hecho de que se sumase a “la demanda de un juicio político contra el entonces presidente Benigno Aquino III por supuestas irregularidades en los fondos”.

Duro encontronazo

En este sentido, Cruz pasa a la Historia de Filipinas por no ocultar su posición crítica con todos los presidentes recientes: Joseph Estrada, Gloria Macapagal Arroyo, Benigno Aquino III y Rodrigo Duterte. Respecto al actual mandatario, poco antes de ser elegido, afirmó lo siguiente en una entrevista con GMA News en 2015: “Tal criatura es peligrosa, mucho más si es elegido como líder de un país. Es peor que un dictador, cree que es Dios”.

Nada más alcanzar el poder, Duterte, con su habitual diarrea dialéctica, puso la diana en él: “¡Vas a intimidar a los filipinos! ¡Oye, Óscar, no engañes a los filipinos! ¡Eres vergonzoso!”.

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