La Iglesia alemana continúa con su camino de discernimiento. Un complejo proceso en el que se apoyan en tres pilares. Así, mientras que uno, el Sínodo nacional, ha surgido de su propia voluntad, los otros dos se deben a su deseo de no mirar para otro lado ante acontecimientos consumados: su crítica a la Instrucción de la Santa Sede sobre las parroquias (que llevará a Roma a un grupo de obispos y laicos a debatirlo con Beniamino Stella, prefecto de la Congregación para el Clero) y su respuesta al flagelo de los abusos en su seno, partiendo siempre desde la transparencia.
En este sentido hay que observar la publicación de una encuesta sobre la incidencia de los abusos en la vida religiosa germana. Publicada en la Diócesis de Bonn y difundida por la agencia católica KNA, han participado en el estudio tres cuartas partes de las comunidades religiosas del país (291 de 392); algo inédito hasta ahora.
Así, en ellas se reconoce a 654 miembros culpables de actos pederasta contra 1.412 menores, en su gran mayoría varones (1.131). Muchos casos serían bastante antiguos, pues se constata que hasta el 80% de los religiosos culpables ya han muerto.
La presidenta de la Conferencia Alemana de Superiores Católicos (DOK), la franciscana Katharina Kluitmann, ha reconocido que aún hay mucho camino por recorrer hasta conocer el alcance real de esta lacra en el seno de la vida religiosa.
Al mismo tiempo, no ha dudado en pedir perdón: “Lamentamos profundamente esto y una vez más reconocemos nuestro fracaso”.