“Bachi dejó que este amor de Dios se hiciera vida y carne en su corazón, en sus gestos”, expresó el obispo de San Justo, Eduardo García, en la misa por el fallecimiento del P. Bachi.
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El P. Bachi
Nació en Paraguay. En el año 1971, su familia emigró a la Argentina, y durante la dictadura militar, se instalaron en Villa Palito, donde descubrió su vocación. Fue ordenado sacerdote en 1997, y dos años más tarde, lo nombran párroco de su barrio, en la iglesia de San Roque González y compañeros mártires.
En su trabajo pastoral en la diócesis de San Justo, en el conurbano bonaerense, fue servidor incansable de Dios. Luchó por la urbanización del barrio y realizó la enorme tarea de establecer el Hogar de Cristo para la contención y atención de jóvenes adictos.
Su compañero de ruta, el padre “Pepe” Di Paola, expresó esta faceta de Bachi: “Cuando miramos hacia atrás y vemos todo el amor que desarrolló y desplegó en su vida en tantos, jóvenes, tanta gente, en tantos pobres a los cuales les dedicó su vida entera encontramos la historia de alguien muy cercano en la oración y en la acción. Alguien que fue ejemplo para los curas y también para los laicos”.
El cura villero contrajo el virus en el mes de junio, cuando fue internado por ser un paciente de riesgo, con enfermedades preexistentes.
Huella profunda
El obispo García, en la homilía de la misa de despedida, también brindó una semblanza del padre: “Bachi es un hombre de Iglesia. Se metió el barrio en el corazón, y desde el corazón, metió al barrio en el corazón de la Iglesia”.
Y siguió: “El corazón de Bachi se asemeja al corazón de Dios. Dios también se dejó seducir por el corazón de Bachi. Dios se dejó amar por el corazón de Bachi y en esta unión profunda de dos que se amaban y que amaban lo mismo, a su pueblo querido, se produjo esto tan grande que es alguien que camina y pasa haciendo el bien, que cava una huella profunda, la huella de aquel que ama“.
La Comisión Nacional de Pastoral de Adicciones y Drogadependencia y el Equipo de Sacerdotes de Villas de Capital y Gran Buenos Aires emitieron un comunicado conjunto en el que agradecieron su vida y su servicio: “Gracias, Bachi, por unirnos hasta el final en este mundo que, para vos, ya es eternidad junto al Padre. Querido samaritano, que la Virgen de Caacupé te reciba y abrace en tu nueva casa donde todo es luz”.
Su amigo, el P. Pepe, recordó el modo en que llevó a cabo su misión: “Bachi es alguien que representa muy bien al sacerdote comprometido con su barrio, alguien que nace en el barrio, alguien que transmite la fe en el barrio, alguien que proyecta la vida junto a su comunidad para hacer mejor la vida en esta tierra“. Y lo despidió con un pedido: “Querido Bachi, ayudanos vos desde el cielo porque sabemos que ese es el lugar en donde estás”.
Agradecemos la información del equipo de prensa de la
Comisión Nacional de Pastoral de Adicciones y Drogadependencia
y del Equipo de Sacerdotes de Villas de Capital y Gran Buenos Aires