“De frente a estos desafíos y la crisis de credibilidad política en las últimas décadas, se hace apremiante y necesario aquí y ahora, pensar luchar, reconstruir y, sobre todo, rehabilitar la política en Puerto Rico”. Así lo ha escrito Roberto Octavio González Nieves, arzobispo metropolitano de San Juan, en su carta pastoral titulada ‘Puerto Rico: Pandemia y Elecciones Generales, un llamado a la reflexión y al diálogo’.
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De esta manera, atendiendo a las elecciones que tendrán lugar el próximo 3 de noviembre, el prelado ha hecho un llamamiento “a rehabilitar la política en general y la política partidista en particular, así como la forma de hacer gobierno”, para “rehabilitar la política requiere de hombres y mujeres que amen el bien; es decir, que amen a Dios y al prójimo como a sí mismo”.
Sobre el derecho al voto, el arzobispo ha subrayado la necesidad de apreciar “el valor de la democracia” y del valor “inestimable de nuestra voz cuando haya que opinar o reclamar, así como el derecho inalienable, sagrado y moral de nuestro voto. Recordemos, ejercer o no el derecho y la responsabilidad del voto, compromete una acción política y repercute en el ámbito cultural y religioso”.
“La corrupción es una lacra social”
Por otra parte, en su carta pastoral invita a reflexionar sobre la situación del Covid 19 en Puerto Rico y en el resto del mundo, invitando a fomentar una cultura donde “todos somos responsables de todos superando la tentación del oportunismo, egoísmo y aislacionismo”. Para el arzobispo “se hace apremiante tomar conciencia personal y colectiva como pueblo y nación, y más aún, como cristianos y cristianas, ¿qué tipo de civilización estamos construyendo para Puerto Rico? Y en medio y después de las crisis ambientales, sociales, políticas y de fe, ¿qué hacemos o vamos a hacer con nuestra historia?”.
“La pandemia ha dejado al descubierto la difícil situación de los pobres y la gran desigualdad que reina en el mundo”, apunta, “y el virus, si bien no hace excepciones entre las personas, ha encontrado, en su camino devastador, grandes desigualdades y discriminación. ¡Y las ha incrementado!”.
Además, el arzobispo habla en el documento de otra gran pandemia “que se ha entronizado por décadas y debemos erradicar: la pandemia de la corrupción, cuyas víctimas son los más pobres. Esto es doloroso porque descalabra la credibilidad y vitalidad de la democracia, la moral y la esperanza de todos y todas, golpeando especialmente a los más sencillos y pobres de nuestra sociedad, los estudiantes de las escuelas públicas, la salud de los pobres, entre otros”. “La corrupción”, continúa, “es una lacra social, política y económica que lo pudre y carcome todo”.