El cardenal secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, ha visitado hoy, 13 de septiembre, el santuario de la Madonna delle Grazie, en Torre di Ruggiero (Calabria), donde ha sido recibido por el arzobispo metropolitano de Catanzaro-Squillace Vincenzo Bertolone. Parolin, que ha llegado, tal como recoge Il Quotidiano, como un “peregrino de esperanza”, ha recordado la importancia de “liberar la devoción popular mariana de cualquier riesgo de explotación por parte de la mafia”.
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“Me siento especialmente conmovido de estar aquí”, ha dicho Parolin en la homilía, “porque el 15 de agosto celebré la solemnidad de la Asunción en Lourdes y hoy, por la solemnidad del nacimiento de María, me encuentro celebrando en este santuario, que se define como la pequeña Lourdes de Calabria”.
Sobre el crimen organizado, Parolin ha insistido en la necesidad de “depurar la piedad popular de elementos que no le son propios, especialmente los vinculados al poder mafioso y a las formas supersticiosas”, sin olvidar nunca los “valores y grandes tradiciones de esta tierra”.
Excluir la “religiosidad equivocada”
No es la primera vez que la relación entre la piedad popular y el crimen organizado de Italia sale a relucir este verano. El pasado 20 de agosto, el papa Francisco enviaba un mensaje con motivo del encuentro que tendrá lugar el 18 de septiembre en la Pontificia Academia Mariana Internacional y que versará sobre a la cuestión de la ‘Religiosidad y crimen’.
“La devoción mariana es un patrimonio religioso-cultural que hay que salvaguardar en su pureza original, liberándola de superestructuras, potestades o condicionamientos que no cumplen los criterios evangélicos de justicia, libertad, honestidad y solidaridad”, subrayaba el Papa, llamando la atención sobre la práctica habitual de aprovechar las fiestas patronales, concretamente las procesiones, para visibilizar su poder.
Esto se realiza con la complicidad de los sacerdotes responsables, quienes permiten que la procesión tenga un gesto de deferencia hacia el líder del grupo; por ejemplo, inclinando la talla mariana ante su hogar. “Es necesario que el estilo de las manifestaciones marianas se adapte al mensaje del Evangelio y a las enseñanzas de la Iglesia”, aseveraba Francisco. Lo que conlleva “asumir actitudes que excluyan una religiosidad equivocada y respondan en cambio a una religiosidad bien entendida y vivida”.