La situación en la República Centroafricana no parece mejorar. Así lo ponen de manifiesto los obispos del país en un carta pastoral conjunta, “Deja salir a mi pueblo”, publicada el pasado domingo 6 de septiembre. Un texto en el que repasan la evolución del país desde el golpe de Estado de marzo de 2013 y la que denuncian “con amargura que el 70% o incluso el 80% de nuestro país está ocupado por grupos armados, algunos de los cuales están liderados por los mercenarios más feroces”.
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El poder de los señores de la guerra
La realidad no hace caer en el pesimismo a los prelados. “Hay signos de esperanza pero la presencia continuada de grupos armados amenaza el futuro del país”, afirman, aunque acuerdos con los grupos armados como el que 14 de ellos firmaron con el gobierno en 2019 no han dado los frutos esperados. “Queridos hermanos y hermanas, a nivel político, nos preguntamos por la eficacia de las instituciones republicanas en la reconstrucción de nuestro país”, señalan, según recoge la Agencia Fides.
Según los obispos, estos grupos armados “están involucrados en crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad, crímenes ambientales y el saqueo a gran escala de nuestros recursos minerales. Han cometido crímenes de sangre contra personas inocentes en Bocaranga, Bohong, Bozoum, Besson, Bouar, Birao, Ndélé, Bria, Lemouna, Koudjili”.
Preparando las elecciones de diciembre
En su carta condenan que los señores de la guerra utilizan en su beneficio a la voluntad de entendimiento para bloquear , en particular la plena libertad de circulación. “Han impuesto el negocio de la guerra, un modelo económico basado en la sangre humana”, afirman los obispos, para quienes estos grupos se están “fortaleciendo, reclutando nuevos combatientes y aumentando las existencias de armamento y municiones”.
Lamentan, además, que “al viajar por la República Centroafricana, es aterrador encontrarse con pueblos enteros abandonados por la fuerza o incendiados por criminales impunes. Las familias prefieren vivir en el exilio o quedarse en campamentos para desplazados que a veces se encuentran a 100 metros de sus hogares”. Por ello, ante las elecciones presidenciales de diciembre, los obispos poden a los jóvenes tomar conciencia de la realidad y no ser “un depósito inagotable de carne de cañón, sino el recurso más importante y más precioso de nuestro país” frente a la habitual compra de votos. También reclaman la movilización de las mujeres “como candidatas, educadoras y promotoras de la no violencia en todos los niveles donde se pueda ser útil a nuestro país”.