El Vaticano vive de eventos: encuentros, seminarios, canonizaciones, celebraciones multitudinarias en fechas señaladas… Si estas citas no tienen lugar, se detiene buena parte del trabajo de la Curia romana, mientras que el Papa pierde presencia mediática. Más silencia su figura la ausencia de viajes internacionales, en los que Francisco, como sus antecesores, suele darse baños de masas, al tiempo que insufla nuevas energías a las Iglesias locales.
Aunque el 3 de octubre Jorge Mario Bergoglio saldrá de Roma por primera vez desde el inicio de la pandemia para acudir por unas horas a Asís, donde firmará su nueva encíclica, Hermanos todos, el coronavirus ha obligado a cancelar los viajes a otros países este año y, según se teme, también durante buena parte de 2021. El Vaticano, de hecho, no cuenta a día de hoy con un organizador de las visitas internacionales del Papa después de que, meses atrás, el colombiano Mauricio Rueda, que ejerció ese cargo durante los últimos cuatro años, fuera trasladado a Lisboa como consejero de la nunciatura en Portugal.
También los encuentros eclesiales que debían celebrarse a lo largo de 2020 se han visto afectados por la pandemia, por lo que han sido retrasados a 2021. Es lo que ocurre con el 52º Congreso Eucarístico Internacional, convocado para este mes en Hungría, pero que, si no surgen ulteriores contratiempos, tendrá lugar del 5 al 12 de septiembre de 2021 con la posible presencia del Papa. Con otros eventos, en cambio, se ha optado por la vía telemática. Así se ha decidido con el seminario La economía de Francisco, que debía reunir a 2.000 jóvenes de 115 países en Asís a finales del pasado marzo.
En Italia, el confinamiento se extendió desde el 10 de marzo hasta el 4 de mayo, 55 días en los que el cerrojazo afectó también al Vaticano. “Hubo un parón casi total. Ahora hay un enorme deseo de volver a empezar”, cuenta Melchor Sánchez de Toca, subsecretario del Pontificio Consejo de la Cultura y presidente de Athletica Vaticana. Esta sociedad deportiva tenía previsto convocar el pasado mayo un encuentro internacional de atletismo, bajo el lema ‘We run together’ (Corremos juntos), que se ha retrasado a 2021. “También haremos el año que viene la plenaria, el congreso de música y el de medicina regenerativa. En el dicasterio seguimos preparando estos eventos, aunque tendrán lugar más tarde de lo que estaba inicialmente previsto”, detalla Sánchez de Toca.
Para Massimo Faggioli, profesor de Teología en la Universidad Villanova de Estados Unidos, el retraso de estos y otros actos, junto a la cancelación de las visitas a otros países de Bergoglio, supone una indudable merma para el pontificado. “El papado contemporáneo es inseparable del magisterio y del simbolismo de los viajes”, señala Faggioli, recordando cómo algunas de las intervenciones más interesantes de Francisco se han producido en las ruedas de prensa del vuelo de vuelta a Roma tras concluir una visita internacional. “Sin viajes el papado es distinto, porque la dimensión global se ha convertido en esencial para el catolicismo de hoy. El problema no es solo que el Papa no viaje, sino que la Iglesia universal no lo puede visitar como antes”, afirma el docente.
Manlio Graziano, profesor de Geopolítica de las Religiones en las universidades parisinas Sciences Po y Sorbona, considera, por su parte, que las estancias internacionales y los grandes eventos en el Vaticano son “una carta significativa” para el Papa, pero no resultan imprescindibles. “Cuando quiera, Bergoglio puede meterse en la casa de todo el mundo gracias a los medios de comunicación”, señala. Así ha sucedido con las misas matutinas que Francisco celebra en Santa Marta, y que se han retransmitido en directo por Internet con éxito de público durante la fase más dura de la pandemia.