El arzobispo Georg Gänswein permanece ingresado en un hospital de Roma “con graves problemas renales”. Así lo recoge la edición alemana de Catholic News Agency, desconociéndose detalle alguno del diagnóstico así como del tratamiento que estaría recibiendo el secretario personal de Benedicto XVI.
Prefecto de la Casa Pontificia, mano derecha del Papa alemán puente de comunicación entre Bergoglio y Ratzinger, este doctor en Derecho Canónico de 64 años, no pasa por su mejor momento. El pasado mes de febrero decidió retirarse de la vida pública para volcarse en el acompañamiento del Papa emérito en el monasterio Mater Ecclesiae.
Esta retirada se anunciaba apenas unas semanas después de la polémica generada por el libro escrito a cuatro manos por el cardenal Robert Sarah y Joseph Raztinger sobre el celibato sacerdotal en las vísperas de la publicación de la exhortación apostólica ‘Querida Amazonía’ tras el sínodo en el que se debatió abiertamente sobre la posibilidad de ordenar a hombres casados.
Los vaivenes mediáticos sobre la implicación del Papa emérito en una obra que buscaba presionar a Francisco y la participación como consejero y asesor de Gänswein en el proceso de elaboración del libro conjunto, hizo que de alguna manera quedara en entredicho.
La última vez que el arzobispo alemán salió a la palestra fue el pasado mes de agosto tuvo que desmentir la alarma creada por el biógrafo del Papa emérito, Peter Seewald, tras afirmar que Ratzinger sufriría una enfermedad grave. “No es para preocuparse”, aseguró entonces Gänswein al trascender que el Pontífice de 92 años padecía un herpes en su rostro.
En relación a su salud, ya hace dos años comenzó a sufrir una pérdida severa de audición y mareos, una dolencia que su entorno vinculó a episodios de estrés. “Cuando salí del hospital, el Papa Francisco me dijo que me tomara todo el tiempo necesario para recuperarme”, comentó entonces Gänswein.