Entrevistas

Isabel Sánchez: “Creo en un feminismo de equidad y complementario”





Algunas son anónimas. Otras, no tanto. Las hay que se han hecho con alguna que otra portada de periódico. Otras no han visto reconocida públicamente su lucha. Sin embargo, todas han logrado romper el techo de cristal en aras de la dignidad que reclama el Evangelio. “Para mí, todas y cada una de ellas son faros potentes de luz, iluminadoras”. Y de ahí que Isabel Sánchez las haya rebautizado como ‘Mujeres brújula en un bosque de retos’ (Espasa).



A todas ellas las ha conocido y tratado en primera persona gracias a su misión al frente del consejo de mujeres que asesora al prelado del Opus Dei, un organismo dentro de la Obra compuesto por ocho miembros permanentes complementado con otras 130 mujeres de todos los rincones del planeta, lo mismo del Bronx que de Delhi. Estos encuentros de tú a tú le han permitido a esta murciana de 51 años configurar una guía de crecimiento personal, pero también comunitario. También para ellos. O especialmente para ellos, según se mire. “Viendo actuar a estas mujeres, me parece haber comprendido que la mujer, por su cercanía connatural al misterio de la vida, tiene una capacidad agudizada de acoger al otro como novedad”.

PREGUNTA.- ¿La Iglesia es la institución que más lucha por los derechos de la mujer en el mundo aunque no abandere ninguna manifestación del 8-M?

RESPUESTA.- No me atrevería a decir que es la que más trabaja, porque podría resultar arriesgada una afirmación así. Pero, sobre todo, porque no me gustaría plantear esta cuestión en términos comparativos. Lo que tenemos claro en la Iglesia es que hombre y mujer tienen una dignidad grandísima, que hay que trabajar por la igualdad en esa dignidad, que juntos se puede construir una sociedad mejor y que estamos llamados a ello. En ese sentido, la Iglesia lucha por la dignidad de cada persona humana, como el que más.

P.- El empoderamiento de la mujer se cuela por las páginas del libro. ¿Es usted feminista?

R.- Soy feminista si lo entendemos como un feminismo de equidad, complementario y con un trasfondo absolutamente cristiano. En este sentido, soy muy feminista, con un feminismo que no pisotea al hombre, sino que lo incluye y lo reafirma.

El valor de la mujer

P.- ¿Se ha caído en la trampa de convertir el feminismo en ideología y, por tanto, en un arma arrojadiza?

R.- En estos momentos, nuestra sociedad nos sitúa en un montón de tableros de juego antagonistas: no solo en el debate hombre-mujer, sino también cuando abordamos el raza contra raza, religión contra religión, cultura contra cultura… Eso es lo peligroso, porque, en vez de construir, vamos a destruir.

P.- ¿Qué tiene la mujer que no tenga el hombre para que la sociedad avance?

R.- Para construir la sociedad del siglo XXI necesitamos el cien por cien del talento, de hombres y de mujeres. ¿Qué aporta la mujer? Todo un patrimonio de cuidado de la persona humana, puesto que durante siglos se ha dedicado a ello. Ahí asienta la jerarquía de valores: la mujer sitúa la primacía de la persona allí donde está.

P.- Lidera el consejo de mujeres que asesora al prelado del Opus Dei. Es un órgano asesor con voz, como otros tantos en la Iglesia que les dan presencia a ellas, pero, ¿tiene voto en las grandes decisiones sobre la gestión de la Obra?

R.- Sí, tengo voz y voto. Y, como yo, las demás mujeres que forman parte del consejo. Y, como nosotras, los hombres laicos que asesoran al prelado. No solo asesoramos, sino que estos órganos comparten el gobierno, ayudan a gobernar.

P.- ¿También le “tira de las orejas” al prelado?

R.- No sé en qué tema concreto podría yo “tirarle de las orejas”… El prelado escucha mucho y respeta mucho nuestra libertad de palabras.

‘Bravo’ del fundador

P.- Si san Josemaría viera el consejo de mujeres…

R.- Diría: “¡Bravo!”, porque fue él quien quiso que la estructura de la Obra fuera así. Estaría muy contento de la trayectoria de las mujeres en la Obra, porque no hizo más que alentar nuevas iniciativas y liderarlas.

P.- Desde fuera, hay quien contempla el Opus Dei como un espacio en el que la mujer está especialmente relegada a un segundo plano. ¿Un tópico contra el que luchar?

R.- Los datos tumban esa creencia. Estamos presentes en 80 países con escuelas, residencias y universidades lideradas por mujeres. Seguro que tenemos que avanzar todavía más, y es cierto que quizás hemos estado preparadas más tarde, pero hay muchas mujeres liderando. De lo que se trata es de que cada persona aspire al máximo para servir, y servir mejor.

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