La tercera encíclica del papa Francisco, ‘Fratelli tutti’ –’Hermanos todos…’–, se publicará el próximo 4 de octubre tras su firma por parte del Pontífice en Asís el día 3. Sin embargo, y aunque apenas hace dos semanas desde que se anunciara el título del documento, este ya ha despertado críticas en algunos países al intentar traducirlo de una forma inclusiva.
Por ello, en un editorial publicado hoy, 16 de septiembre, por Andrea Tornielli, director editorial del Vaticano, se insiste en que es “absurdo” pensar que el título del documento es machista o que pretende excluir a las mujeres, ya que “una encíclica es en sí misma un mensaje universal y Francisco quiere hablar verdaderamente al corazón de cada persona”.
Más bien, Tornielli ha explicado que la frase del título de la encíclica es “una cita de San Francisco (que se encuentra en las Admoniciones, 6, 1: FF 155)” y que por ello “el Papa obviamente no la ha cambiado”. “Pero sería absurdo pensar que el título, en su formulación, contiene alguna intención de excluir de los destinatarios a más de la mitad de los seres humanos, a saber, las mujeres”, ha aseverado.
“El título original en italiano permanecerá como tal –y por lo tanto no será traducido– en todos los idiomas en los que el documento será distribuido”, ha manifestado. “Francisco eligió las palabras del santo de Asís para inaugurar una reflexión que le interesa mucho sobre la fraternidad y la amistad social y, por lo tanto, tiene la intención de dirigirse a todas sus hermanas y hermanos, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad que pueblan la tierra”, ha añadido Tornielli.
De esta manera, el director editorial del Vaticano ha subrayado la necesidad de este documento en un momento en el que el mundo “vive en una época marcada por la guerra, la pobreza, la migración, el cambio climático, la crisis económica, la pandemia”. Por ello, con este título el Papa pretende hacer que la humanidad se reconozca a sí misma “como hermanos y hermanas” y en concreto, para los cristianos, que reconozcan “en el otro que sufre el rostro de Jesús”.
“Es una forma de reafirmar la irreductible dignidad de todo ser humano creado a imagen de Dios. Y es también una manera de recordarnos que de las dificultades actuales nunca podremos salir solos, uno contra otro, Norte contra Sur, rico contra pobre. O separados por cualquier otra diferencia de exclusión”, ha afirmado Tornielli.