Convertir el amor en acción. Ese es el legado del P. Andrés Coindre por el que el actual superior general de los Hermanos del Sagrado Corazón, el australiano Mark Hilton, se desvive día a día. Con motivo del bicentenario, quien guía en sinodalidad con los hermanos el Instituto desde 2018 y hasta 2024 reflexiona sobre el pasado y el futuro.
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PREGUNTA.- ¿Qué significa este bicentenario para el Instituto?
RESPUESTA.- En todos los sentidos, este bicentenario es una celebración de la fidelidad de Dios hacia nosotros y hacia aquellos a quienes hemos servido a lo largo de estos años. No importa las bendiciones o las dificultades en estos doscientos años, en más de 35 países, a través de la guerra, la pobreza y las pandemias, nunca hemos caminado solos. Esa experiencia, escrita en los corazones y las mentes de miles de hermanos y de los cientos de miles de jóvenes que hemos formado, es otro Evangelio vivo que celebramos hoy y todos los días.
P.- ¿Cuál es la contribución de la Congregación a la “Iglesia en salida” que propone el papa Francisco?
R.- La llamada del papa Francisco, y la del Sínodo sobre los Jóvenes, ha sido caminar con otros, para habilitarlos, formándolos para asumir su papel legítimo en hacer que el mundo sea a imagen y semejanza de Dios. Nuestra misión formativa ha permitido a los jóvenes de todo el mundo no solo alcanzar sus objetivos, sino también asumir roles de liderazgo en sus comunidades y aportar algo de esa misma visión a lo que hacen. Nuestro alcance siempre ha incluido la simple expectativa de que aquellos a quienes servimos llegarán más allá que nosotros para cambiar el mundo.
P.- ¿Cuál es su sueño para el futuro del Instituto?
R.- Uno de nuestros sellos distintivos siempre ha sido la disponibilidad: una atención al llamado de la Iglesia, a las necesidades de las personas y a responder en acción. Mi esperanza es que esta disponibilidad, esta apertura a nuevas direcciones, esta atención a las necesidades, este deseo apasionado de responder continúe entre nosotros, entre los hermanos y entre los laicos.
P.- ¿Cómo sigue vigente el legado del P. Coindre?
R.- La esperanza del padre Coindre de que todos puedan responder al amor de Dios nunca se trató simplemente de la piedad o la devoción, sino de la acción apasionada, de vivir ese amor en las circunstancias de nuestras vidas. Como uno de los predicadores sobresalientes de su tiempo trató, más que de refundar la tradición de la Iglesia, convertirla en un instrumento del amor de Dios en el mundo.
P.- ¿Por qué ser Hermano del Sagrado Corazón hoy? ¿Cómo puede transmitirse a los jóvenes la belleza de la Vida Consagrada?
R.- Benedicto XVI señaló una vez que para ser cristiano uno tenía que encontrarse con Cristo, tocar el corazón de Cristo para poder tocar nuestros corazones y transformarlos. Creemos que Cristo nos llama a una relación y él nos inspira a la acción, a dar a conocer su amor. Como Hermanos del Sagrado Corazón, esos dos movimientos cruciales son también los movimientos que vemos en nuestras vidas como religiosos y en el corazón de los jóvenes. Caminar con los jóvenes a través de esos dos movimientos es esencial para comprender su vida, nuestra vida y la vida religiosa actual como una respuesta apasionada al amor de Dios.