Los ancianos han vivido de cerca las consecuencias de la pandemia del coronavirus y su vulnerabilidad ha quedado al descubierto. Por ello, el arzobispo Ivan Jurkovič, observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas en Ginebra que ha intervenido en la 45ª sesión del Consejo de Derechos Humanos ha reclamado que sean respetados los derechos de los ancianos a través de un completo análisis de la realidad que ha dejado la crisis sanitaria.
Para el arzobispo, “los derechos humanos no tienen edad” y por ello la situación vivida por los mayores debe ser analizada al detalle y tenida en consideración. Para ello, ha pedido datos completos sobre el colectivo frente a la tendencia a “representarlos como un grupo homogéneo, mientras que la realidad es muy diferente”, según Jurkovič. “Una perspectiva tan limitada” no permite “una evaluación precisa de sus necesidades” ni “una apreciación adecuada” de la contribución social que hacen, reclamó, según recoge Vatican News.
También ha recordado la situación de las “residencias de ancianos de todo el mundo” sobre las que, reclamó, “es necesario informar con precisión sobre las infecciones de coronavirus y las muertes que se producen en tal situación, a fin de mejorar la vigilancia dentro de estos centros”. Y es que también en este sentido se ha mostrado la vulnerabilidad del colectivo debido a “las decisiones sobre la asignación de los recursos médicos, incluidos los respiradores, puedan o hayan sido adoptadas exclusivamente en función de la edad”, denunció. Por ello pidió “evaluaciones clínicas exhaustivas” y “un claro compromiso” en la defensa de la dignidad de toda persona.
Jurkovič lamentó las pérdidas de “toda una generación de ancianos” que ha sido “el recurso más precioso” para la familia humana, “en términos de historia, experiencia y enseñanza inestimable”. “Hay que proteger las raíces y la memoria de un pueblo, hay que proteger a los ancianos; hay que salvaguardar sus derechos y su dignidad” reiteró.