“El Santo Padre fue elegido para limpiar las finanzas vaticanas. Juega un partido largo y es de agradecer y felicitar por los recientes acontecimientos. Espero que la limpieza de los establos continúe tanto en el Vaticano como en Victoria”. Este es el escueto y enigmático mensaje del cardenal Pell, ex prefecto de la Secretaría de Economía del Vaticano, en el que se alegra de que el papa Francisco haya apartado al cardenal Becciu y deja una sombra de duda sobre la trama de abusos en la que se vio envuelto en su país y de la que fue absuelto.
El Papa ha apostado por la transparencia en las finanzas vaticanas. De ahí que, tras el vacío dejado por Pell haya confiado las cuentas de la Santa Sede al jesuita Juan Antonio Guerrero, al que le ha dado vía libre para que cree un equipo que acabe con la opacidad intramuros. De hecho, el laico extremeño Maximino Caballero Ledo fue nombrado este verano como nuevo secretario de Economía del Vaticano. Así, también se han incorporado siete mujeres al Consejo de Economía, entre las que se encuentran las españolas Concha Osacar y Eva Castillo.
Según los informes, la Secretaría de Estado del Vaticano invirtió en 2014 alrededor de 200 millones de dólares para participar en un proyecto para comprar un edificio en el distrito londinense de Chelsea y convertir la propiedad en apartamentos de lujo, comprando el resto del proyecto en 2018. Una operación realizada por Becciu. Esta trama fue destapada en 2014 por Pell, que tres años después era acusado por la Policía del Estado australiano de Victoria de delitos de abuso sexual.
El purpurado australiano se ha declarado siempre inocente y el pasado 7 de abril fue absuelto de su condena por abusos. Los 7 jueces del Tribunal Superior de Australia consideraban por unanimidad que los miembros del jurado que lo condenaron “deberían haber albergado dudas” sobre su culpabilidad. Tras 404 días en prisión, aseguraba que no quería que su absolución añadiera más “dolor y amargura”.
Por su parte, el cardenal Becciu defendió siempre las inversiones de Londres como una “práctica aceptada”, pese a que los fiscales del Vaticano hicieron allanamientos en las oficinas de varios colaboradores cercanos y pese al arresto de uno de los hombres de negocio involucrados.