Parece que la política migratoria de la Unión Europea comienza a cambiar. Las instituciones comunitarias empiezan a ser conscientes de la tragedia que se vive en el Mediterráneo y van a dejar de mirar para otro lado. Al menos así lo cree el Consejo Permanente del Conferencia Episcopal Italiana que se ha reunido esta semana. Esta ha sido una de las cuestiones principales que han trabajado los prelados que han elaborado un informe en el que han “insistido repetidamente en la necesidad de que Europa se ocupe de ello y, por lo tanto, de que haya un acuerdo”, según declaraciones del secretario general Stefano Russo.
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“El acuerdo que prevé la superación de Dublín me parece importante porque indica un camino que continúa, que se puede mejorar y la voluntad de llegar a situaciones compartidas. Además de la necesidad de rescatar y acoger a las personas que están en el mar en cualquier caso” destacó Russo en la rueda de prensa final tal como recoje el diario Avvenire. Además destacó que “las oenegés tienen un papel importante en el momento en que participan de forma compartida dentro de un proyecto y un programa, lo importante es no dejar a la gente y a todos los que se ponen a disposición para una acogida responsable”, añadió.
Cercanía de la Iglesia
Los obispos también han hecho balance de las últimas elecciones municipales y regionales italiana y de la gestión de la pandemia del coronavirus. En este sentido, el secretario alabó “el rostro de una Iglesia que en la pandemia fue un punto de referencia para muchos, con su capacidad de acercarse a las necesidades materiales y espirituales del pueblo”. “En una época de desorientación y también de distancia esta característica de cercanía de la Iglesia italiana se hace aún más significativa”, destacó Russo.
Los obispos, en su comunicado final, señalan que se ha vivido “un tiempo de prueba” ante el que “la Iglesia italiana se compromete a no distanciarse de la sociedad, a no intercambiarla por un improbable renacimiento, sino a atravesarla con un corazón creyente”. Y es que, advierten, “la crisis corre el riesgo de multiplicar las desigualdades”. Por ello reconocieron el trabajo de las 218 Cáritas diocesanas a las que han dotado con 200 millones de euros más.
“No tenemos respuestas preestablecidas, sino experiencias que están dando sentido a la acción de la Iglesia”, como ocurrió durante el encierro, cuando la Iglesia italiana” pudo afrontar esta prueba y tomar medidas significativas”, señaló Russo. La clave de esta etapa es el diálogo, por ello los obispos afrontarán en su asamblea plenaria de noviembre “la forma que quiere adoptar la Iglesia, partiendo de la necesidad de un proceso de esencialización” que parta de las “necesidades concretas” de las personas y las familias y de la “necesidad de crear lazos de fraternidad entre las personas, independientemente de su cultura y afiliación religiosa”.