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Los obispos porteños criticaron el proyecto de ley sobre juegos de azar en línea





La legislatura de la Ciudad de Buenos Aires está próxima a tratar dos proyectos de ley: la regulación del juego de azar en línea y la asistencia a las adicciones compulsivas de los jugadores.



El arzobispo de Buenos Aires, el Cardenal Mario Poli y sus auxiliares: Joaquín Sucunza; Enrique Eguía Seguí; Alejandro Giorgi; Ernesto Giobando SJ; Juan Carlos Ares; Mons. José María Baliña, y Gustavo Carrara, firmaron una declaración: ‘Cada casa puede ser un casino en el AMBA. Apuestas en línea: un casino en tu casa’, criticaron la decisión de legislar sobre este tema, y se preguntaron si no hay cierta perversidad en este sistema de legislar.

Cruel propuesta del Estado

Los obispos de la ciudad señalaron el contexto en el que se plantea este tratamiento: sobrellevando la pandemia con secuelas de enfermedad y muerte, agentes sanitarios extenuados y sobrepasados, sistema educativo en pausa obligada, educación a distancia, aumento de asistencia en comedores, y una economía frágil con cierre de fuentes de trabajo.

“Estamos ante una legislación que, por un lado promueve las apuestas en línea sin medir sus consecuencias nefastas para la sociedad, en especial para los más pobres, y por otro –bajo el aspecto de una ley preventiva y asistencial–, reconoce que los juegos de azar en línea son causantes de graves daños para la salud psíquica en la población, sobre todo de los más vulnerables”, resaltaron los prelados.

Advirtieron que la modalidad del juego en línea permite un fácil acceso desde cualquier dispositivo, y a esto se agrega el riesgo de que los jugadores quedan en el anonimato, por lo que es dificultoso controlar el ingreso de los menores a las plataformas.

Les parece injusto que se oferte acceder ligeramente a soluciones fáciles a los jóvenes, sobre todo a los más pobres que, en medio de la crisis, pueden pensar en una posible solución mágica, sin proyectar su futuro por la vía del trabajo digno y el estudio.

Frente a este panorama, los obispos aseveraron: “Ambas iniciativas no hacen más que visualizar una cruel propuesta del Estado a nuestros jóvenes”.

¿Eso queremos para nuestra Nación?

Asimismo, consideraron que no es válido el argumento de que este negocio se da en la clandestinidad. Para ellos, no debería ser el juego un recurso estatal recaudatorio (aunque parte de los fondos sean destinados a un bien social), y menos convertirse en el negocio de unos pocos empresarios del juego y la publicidad, únicas beneficiados que “se llevarán entre sus ganancias el dinero de familias pobres”.

Se preguntaron si para sancionar estas normas que todos debemos asumir y observar, hubo consultas a las familias y a las instituciones educativas y a los jóvenes comprometidos con las acciones y proyectos solidarios y de participación.

Así como los científicos buscan la vacuna para el Covid-19, los sacerdotes porteños propusieron que los ciudadanos y dirigentes busquemos otra vacuna para «curar un gran virus, el de la injusticia social, de la desigualdad de oportunidades, de la marginación y de la falta de protección de los más débiles», como expresó el Papa Francisco en la catequesis del 19 de agosto ppdo.

Pidieron que la legislatura porteña brinde leyes que aporten concretamente al desarrollo humano integral de los habitantes de Buenos Aires, “de tal modo que lo que se legisla para el bien común aquí, tendrá consecuencias benéficas para otras jurisdicciones”.

Los pastores, finalmente, advirtieron: “Nada justifica la insospechable proyección de una actividad que solo invita a un círculo vicioso. Estamos convencidos de que la amplia mayoría «apuesta» al sacrifico, al trabajo honrado, a conservar los valores que se maman en las familias y a las virtudes que sostienen la vida entera”.

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