“La vida está amenazada, devaluada, herida; la vida es destruida y masacrada“. Así describe el arzobispo de Bogotá, Luis José Rueda Aparicio, su profundo dolor y rechazo frente a “todas las formas de atentados contra la vida de mujeres y hombres” que se expanden como pandemia por todo el territorio colombiano.
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A través de una carta pastoral Rueda levanta su voz ante la violencia sin tregua que golpea al país, pues “vemos que además de la pandemia por el Covid-19, nuestras familias son víctimas de una multiforme anticultura de muerte, que se cierne amenazante, violenta, asesina y destructora, entorno a nuestra casa”.
¡No saben lo que hacen!
¡Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen!, implora el arzobispo de Bogotá, haciendo propias las palabras del evangelio de Lucas (22, 34), convencido de que aunque “el crucificado, sufriente y herido está con nosotros”, “el Resucitado es vencedor del pecado y (…) de la muerte que nos masacra”. Por eso, “él es nuestra esperanza” –asegura el pastor– toda vez que impulsa a salir “del sepulcro donde nos hallamos por el negocio infame de la guerra“.
Rueda Aparicio sostiene que la enemistad social destruye la vida y, además, “la enfermedad social del odio es contagiosa y destruye la vida“. Por eso pide al Señor de la paz “que nos libre de la absurda enemistad social y de la torpe beligerancia que alimenta la polémica estéril en medio de la fosa común de nuestros pueblos”, al tiempo que invita a abrir los ojos “para ver que la enfermedad social nos carcome la vida, porque produce economía con odio; ciencia, arte y religión con odio; ecología con odio; política con odio”.
Curar la vida social
El arzobispo de Bogotá también hace un llamado a curar la vida social de las comunidades campesinas, urbanas, afrodescendientes e indígenas. “Que el llanto de las familias se transforme en gozo, y el luto en vida dignificada y custodiada por el esfuerzo de todos”, clama.
Para lograr la sanación social, el prelado invita a trabajar sin tregua “por una economía al servicio de la vida de todos, por una ciencia buscadora de la verdad, por una política comprometida con el bien común, una religión instrumento de reconciliación y de paz”.
Tiempo de sanación
“Construyamos juntos un proyecto de vida en fraternidad“, insiste el arzobispo de Bogotá, con la certeza de que “este es tiempo de sanación, es tiempo de volver a Dios”.
“Estamos a tiempo, volvamos a amar la vida, toda vida, aún aquella de quienes pretenden arrebatar la vida”, propone Rueda, quien apuesta por la superación de la indiferencia, del pesimismo, y alienta, en su lugar, a edificar la civilización del amor y a forjar esperanza.
“Solo la amistad social supera el odio, da paso al perdón, al diálogo, a la acogida, al asombro por la creación, al cuidado recíproco y a la convivencia en el amor”, concluye el arzobispo de Bogotá.